sábado, 15 de agosto de 2020

Será el cine quien realizará el sueño del teatro


Será el cine quien realizará el sueño del teatro

Prohibido Escribir Obras Maestras es el último libro que he leído del señor José Sanchis Sinisterra, dramaturgo y profesor del Institut del Teatre de Barcelona.



Esta frase "será el cine quien realizará el sueño del teatro", me atravesó de múltiples formas. La visión aristotélica de “mímesis”, entendiendo el teatro como una representación literal y figurativa de arquetipos de personajes y espacios, ha quedado no diría yo obsoleta, sino sencillamente oculta por la representación de realidad que hace el cine, convirtiendo el teatro en un nuevo código y abriendo infinidad de nuevas puertas. Pero yendo más lejos, si el cine pretende representar una verdad visual (con pocas excepciones) sin códigos de lectura, ¿hay algo que nos asegure que el cine no sufrirá una metamorfosis de lenguaje como hizo el teatro, y será reemplazado por otro método distinto, relegando el cine a un código propio?

Me fascina que, por ejemplo, la radio sostenga su propio reino comunicativo. Que la pintura siga en su parcela expresiva, que la danza o el cómic o los videojuegos sigan comunicando de una forma que sólo ellos pueden. Hay canales de comunicación extremadamente estrechos, pero inigualables. No obstante, no todos han sufrido una transformación de lenguaje de la forma en que lo ha hecho el teatro.

¿Qué clase de movidas le aguardan al futuro de la escena?

sábado, 1 de agosto de 2020

El poder infinito del trabajo invisible


El poder infinito del trabajo invisible


Sentencia alert:

Todo trabajo escénico, en tanto en cuanto su naturaleza, exije altos niveles de numerosas habilidades propias y grupales, y requiere de buena cantidad de recursos que involuntariamente asoman a cada momento en el escenario.

Desarrollo:

Hay un departamento oculto de control de mando en el cerebro. Un lugar donde confluye todo lo que puede resultar de ayuda en una actuación, un taller, un chiste siquiera. Ese departamento conecta todo lo que hemos vivido, cada película, cada experiencia, cada relación, trauma, libro, aventura, sentimiento, persona… Todo lo que forma parte de nosotros pasa por el departamento oculto.

Ahora situemos a nuestro improvisador en el escenario. Empieza la impro, 100 personas en el público, dos compañeros en escena. De cada acción, él reaccionará de manera más o menos presente y consciente. Pero quien nutre ese presente de recursos, es el trabajo invisible del departamento oculto. Él nunca sabrá por qué reaccionó modificando su cuerpo al del personaje de la Señora Mc Dowen, aristócrata inglesa que posee una mansión en los Hamptons. Pero en el departamento oculto, hay cantidad de trabajadores conectando y desconectando recuerdos de la señora mayor que vio en la playa cuando tenía 5 años, el vestuario que vio en Downton Abbey un día haciendo zapping, las frases dramáticas que le dijo su primera novia con 17 años, y la modulación de la voz que su antiguo compañero de impro hizo en el bolo del cumpleaños en Sabadell el pasado enero de 2016.

Todo ese trabajo existe, se nutre, crece con nosotros… De lo cual deducimos que todos nosotros disponemos de un departamento oculto de conexión de experiencias que nutre la escena. ¿Pero cómo nutrir el departamento en sí, si no podemos acceder a él?

Permeabilidad.

Permítete darte cuenta de las cosas de la vida. No lo digo en modo Paulo Coelho, lo digo en método científico. Permítete observar, reflexionar, comprender, odiar, sentir todo lo que ocurre. Pero nunca ignorar. Ir por la vida como un mono borracho es garantía de que nada caerá en el departamento oculto. Nunca accederemos a él conscientemente, pero debemos mantener sus puertas abiertas para que él acceda a nosotros.