jueves, 15 de julio de 2021

El Puppet Dinosaurio

 - Hola bones, disculpeu. ¿Us faria res utilizar als passis d’avui un puppet que tinc que és un dinosaure de látex?

- Sí, cap problema.



Resumen:

Año 2017. Un organizador de ferias nos pidió que utilizáramos un muñeco de látex del que él disponía durante los pases de calle de una feria medieval. Nuestros personajes medievales tiraban de impro interactiva con cercanía de público, así que la tarea simplemente consistiría en añadir un puppet de látex que iba colocado en el brazo del actor, de tal forma que él podía controlarlo y hacía el efecto de estar vivo, situado en su hombro. La teoría era: mi personaje será el de siempre, sólo que hoy ha traído a esta simpática mascota. Genial.

Pero compañeros, ¿qué sucedió? Lo que he llamado anteriormente en este blog, la cultura de la prefabricación.

Resultó que el muñeco era GENIAL. Látex hecho a mano, con un aspecto de bebé dinosaurio entre hiper-realista y adorable, con un movimiento extremadamente creíble, y evidentemente muy atractivo para el público más joven. El actor que lo llevaba se convirtió en un mero soporte, un trípode para el muñeco, un adorno mecánico con el único (y no poco, eh) cometido de darle vida. El muñeco tenía vida propia, identidad artística, personalidad escénica.

Bueno… ¿qué pasa aquí?

Los show de calle consistentes en sacar puppets y moverlos, sin más, son bastante abundantes. Hay, siento decirlo, una carencia de recorrido en storytelling en estos shows. Simplemente porque no es imprescindible. Ni organización ni público lo pide, y muchas compañías priman, muy sensatamente, sacar adelante el proyecto y no invertir dinero ni tiempo en ensayos ni guion. Invierten en creación plástica de corpóreos desplazables, y el show está hecho.

PERO

Añado reflexión final a modo de post it recordatorio: no olvidemos preguntarnos, como aprendí del maestro Gonzalo Rodolico, por qué y para qué estamos haciendo este show.

¿Qué queremos contar? ¿Cuál es nuestra identidad como artistas? ¿Por qué somos necesarios en el panorama? ¿Cuál es nuestra visión particular de la vida y cómo la ejecutamos en esta puesta en escena?

Suena pretencioso hacerse estas preguntas para un simple show de puppets, lo sé. Pero amigos, esto es arte. Es expresión. Estamos contando cosas aunque no queramos. La cultura prefabricada no nos pertenece a nosotros como artistas, sino al público. Y el público… sí, es inteligente, sabe lo que no quiere y lo que quiere. Pero si el artista se hace esas preguntas está creando herramientas nuevas para que, un día, el público pueda discernir mejor lo que le quiere de lo que no.

Estamos educando al público cuando actuamos, por eso es importante escucharnos a nosotros mismos y no limitarnos a sacar el puppet dinosaurio y decir: qué bien ha funcionado.

jueves, 1 de julio de 2021

La Falacia de la Sirena Frita – Patricia Ryan Madson

 Recientemente he leído Improv Wisdom, de Patricia Ryan Madson. Un libro cortito publicado alrededor de los 2000, es decir que en la jovencísima trayectoria de la impro, este libro tiene ya unos años.

Seguramente Patricia publicó de las primeras aproximaciones a la impro que establecían paralelismos entre su funcionamiento y el propio devenir de la vida. Cómo comunicamos, cómo nos adaptamos a los eventos que nos suceden, y cómo aplicar la filosofía impro a nuestras vidas. Muy interesante.

Voy a discrepar ligeramente y de muy buen rollo con lo que ella llama “La Sirena Frita”. Patricia explica que a menudo las sugerencias del público o incluso de los propios alumnos, tienden a ser locuras prefabricadas, seguramente debido a una comprensión superficial de lo que busca y ejecuta la impro en escena, que suelen ser locuras surrealistas al juntar las ideas a discreción. De alguna forma el público se acoge inconscientemente a esa dinámica, y cuando se les pide un título para arrancar al siguiente juego, sus propuestas pueden ser (no siempre, ojo) cosas como: ¡Sirena frita!

El ejemplo de sirena frita representa dos unidades de lenguaje alejadas entre sí, que completan un significado con humor directo. De alguna forma, sólo en el título ya hay gracia, de manera que en las cabezas del público, por osmosis, esa impro va a tener gracia. ¡Qué título más bueno! Piensan todos. A veces incluso nosotros mismos lo pensamos.

Patricia aconseja huir de esos títulos de humor prefabricado porque en títulos más sencillos como “patito de goma en bañera” o “máquina de escribir en despacho” ya hay una historia.


Y es correcto Patricia, pero añado algo. El humor prefabricado que entraña el título “sirena frita” es una plataforma creativa con exactamente el mismo número de posibilidades que “patito de goma”. El significado inicial puede ser o bien volátil o bien con los pies en la tierra, pero el público no sabe lo que quiere hasta que se lo das. Es nuestra responsabilidad estar abiertos a una capa de ingenio (que no vaya en detrimento de la historia de la impro ni sirva a nuestro ego etc, etc) y darle la vuelta al título que sea.

Puede que el título “sirena frita” tenga ya gracia en sí. Pero puede dar lugar a una impro de auténtica vergüenza ajena. Del mismo modo que el título “máquina de escribir en despacho” no tenga ninguna gracia, pero puede dar lugar a una historia inolvidable. Eso quiero decir.

Eso sí, no pongáis más “la vida es bella”.