sábado, 15 de abril de 2023

La Señora Potter no es Exactamente Santa Claus

La Señora Potter no es Exactamente Santa Claus

Ayer por la noche terminé de leer este libro, y lo tengo fresco para hacer una analogía entre mi experiencia con la novela y la impro.

Debo decir que en pocas palabras, no ha sido satisfactoria.

Esta novela de 600 páginas es una historia de trama coral, con multitud de personajes de nombres complejos y trama enrevesada. Ahora, esta descripción hiperbolízala (¿existe esa palabra?) en tu cabeza, y te sale lo que es la novela en realidad.

Cuando digo multitud de personajes, es que te da la sensación de estar leyendo una novela de 800 personajes. Cada uno de ellos tiene como 3 nombres, y es nombrado por los demás personajes de formas distintas cada vez. Incluso alguno de ellos tiene otras identidades y por lo tanto es más personajes en sí mismo. En la página 300, siguen presentándote personajes nuevos cuando hace ya rato que no recuerdas los anteriores. O te siguen instalando formas nuevas de referirse a cada uno de ellos. O incluso te nombran personajes animales con nombres muy parecidos a los de los personajes principales. Te ves envuelto en un tornado de información confusa que te exige estudiar, más que leer. Sinceramente, yo no he sido capaz de entender qué me quería contar esta novela.

Y es frustrante, porque me gusta.

Sí, amigos. Laura Fernández tiene un estilo genial, divertido, fantasioso y muy bien perfilado en un rollo cartoon a medio camino entre una serie de looney toons y Fargo. Hace cosas con la literatura que yo antes no había leído, te desbloquea posibilidades artísticas y te sumerge en un mundo propio que es fascinante, sin duda.

Pero… no he sido capaz de entender nada.

Mi nivel de frustración se disparó ayer por la noche cuando me faltaban 100 páginas y hacía ya 300 que no entendía quién era quién en esa novela. Fue como conocer a una persona interesante, atractiva y muy inteligente, pero que no te escucha, no piensa en ti y no te tiene en cuenta para nada. Si no te acuerdas quien era este personaje que se nombró hace 250 páginas con otro nombre, allá tú. ¡Yo sigo a lo mío! Qué rabia…

¿Podría ser que esa misma sensación la tuviera algún tipo de público con la impro? Esa sensación de ver algo meritorio, con capacidad corporal, narrativa, cómica, escénica… Pero incapaz de seguir la trama. ¿La gente mayor, quizá? Creo que se ha escrito algún artículo en este blog sobre la relación tercera edad + improvisación, y en experiencia personal, debo decir que en general no ha sido buena (con excepciones).

Creo que leyendo la Señora Potter me he sentido un poco como una persona mayor viendo impro. Reconozco el mérito, es agradable de ver y descubro algo totalmente nuevo. Pero no he sido capaz de pillar ni una sola cosa. No sabría explicar de qué iba el show.

 


sábado, 1 de abril de 2023

Target de talleres de festivales. ¿Qué onda?

 

Target de talleres de festivales. ¿Qué onda?

Este post analiza una situación relativa concretamente al ámbito barcelonés de la impro, vaya eso por delante en todas las próximas reflexiones que se sobrevendrán.

He sabido que en una de las últimas iniciativas de festival de impro que con tanto orgullo se anuncian en Barcelona, hubo algo de pinchazo de asistencia. Es una lástima, la verdad. Como asociado al gremio uno quiere que vaya bien, que los compañeros llenen salas y talleres y que la impro rompa el establishment que tiene en esta ciudad para empezar a enseñar al público que hay más impro aparte de la que todos ya conocemos.

Pero en este intento de festival, tengo entendido que no funcionó. No a nivel de show sino de algunos de los talleres que se organizaban.

Y mi reflexión es:

¿Realmente hay público en Barcelona para llenar talleres?

No me miréis a mí, yo me apuntaría a todos si pudiera. Los que ya he hecho, incluso (véase el post del aprendizaje tridimensional). Pero me temo que, si el público asistente a shows de impro en ocasiones ya está conformado por un amplio porcentaje de improvisadores, los que asisten a talleres son aún más escasos y no por falta de interés sino por segmentación.

Temo que eso signifique que haya mucha impro que sirve más a los intereses de intérpretes que prefieren estar en el escenario para que los vean, que no ver a quien sube al escenario. Yo, permitidme la falsa humildad, prefiero estar en el escenario porque la impro me paga el alquiler, tengo menos margen de elección (y una buena excusa)…

Pero cuando mucho público entra en la impro prefiriendo el escenario que la platea, no es bueno. Se instrumentaliza para satisfacer egos, se vacían los talleres por falta de interés artístico, y se saturan las salas de ensayo de grupos de improvisadores sedientos de aplausos.

Digo esto y ni siquiera estoy seguro de que sea lo que está sucediendo. Pero quizá si no sucediera, el taller de impro se hubiera llenado.

Estoy siendo catastrofista, pero se me entiende ¿no?