domingo, 15 de septiembre de 2019

La teoría del telesilla


La teoría del telesilla

No he tardado ni un minuto a abrir el documento en blanco de Word para escribir esta teoría relámpago que me ha venido a la cabeza, inspirado por lo que veo ahora mismo desde la ventana de mi apartamento en Andorra.

(Lo cual por otra parte me hace dudar de su trascendencia y al mismo tiempo me hace pensar que toda metáfora vale cuando hablamos de impro. ¿Por qué será? Ahondaremos en ello más adelante)

Veo ahora mismo uno de los telesillas de la estación de esquí Grandvalira, con cantidad de asientos suspendidos en cables. Es junio y la montaña está verde, la estación de esquí cerrada. Pero mi mente no descansa, oigan.

¿Y si improvisar fuera como un ascenso en telesilla y descenso en esquí?

Al empezar una impro, ves cómo se acercan los asientos. ¿Habéis intentado sentaros en uno mientras los ves acercarse? Siempre es tenso. Temes caerte y no sabes ni cómo coger el material, hasta que el mismo asiento te empuja y PUM ya estas sentado. Primer obstáculo superado.

Ahora la maquinaria (PROL) te sube poco a poco hasta la cima. Si es buena maquinaria y no hace demasiado viento, el telesilla te llevará hasta dónde quieres, pero siempre da vértigo ver el suelo a 20 metros bajo tus pies, y no dejas de pensar en lo que pasaría si cayeras.

Pero todo va bien, el PROL te lleva a la cima. Y con sus premisas sólidamente instaladas, ya solo queda equiparte con expansiones a lo ancho y largo (esquís) y lanzarte ladera abajo viendo cómo todo avanza solo. Cuidado no te caigas, pero aún cayendo, la propia inclinación te lleva hasta el final para que puedas volver a coger el telesilla.

¿Y por qué alguien querría tirarse por una montaña a toda velocidad? 

Seguramente por el mismo motivo que alguien querría improvisar en escenario.


domingo, 1 de septiembre de 2019

La Hazaña de Orden y Caos


La Hazaña de Orden y Caos

- Cuenta la leyenda, que el gran capitán improvisador salió al balcón de la torre del homenaje, y bajo la tormenta pre-estrena y ante los ejércitos, recitó el siguiente discurso:

Caballeros de los distintos órdenes, se os ha citado en este escenario para una misión. Tiempo ha vuestros maestros os instruyeron en distintos mandatos que hoy os diferencian. Caballeros del Orden y Caballeros del Caos.

Nuestro Lord Johnstone, gran y recursivo maestro que solemos citar en el Improboratorio, definía la impro como un hombre que camina hacia atrás. Ve el camino transitado pero no el que transitará, por lo que puede basarse en los accidentes del terreno, pero no puede predecir con exactitud lo dónde va a pisar. Dicho esto:

Caballeros del Orden:

Vuestros son los dominios de la decisión consciente. Tomáis la determinación de narrar estructuras dramatúrgicas que hacen frente a los instintos naturales escénicos. Sois desafiantes, conocéis bien los secretos narrativos, sabéis lo que una historia necesita. Vuestro es el valor del virtuosismo intelectual, con honor levantáis el estandarte del reino más erudito de la impro.

Caballeros del Caos:

En vuestra gloria está la recepción inmediata. El juego del presente, el verdadero lienzo en blanco que precede a la historia. Sin vosotros no existiría interpretación en la impro, seríamos solo cuentacuentos recitadores. Vuestra es la responsabilidad de la labor espontánea, la naturalidad, y la verdadera esencia de lo que significa no saber qué es lo que sucederá.

Poco sois unos sin los otros. No sirve el Orden sin un Caos que lo haga estar vivo. No sirve el Caos sin un Orden que se ponga en el lugar del público. Así que yo os digo: Caballeros, sólo hay un modo de ganar esta batalla en escenario que se presenta ante nuestros ojos. No luchéis unos contra otros. Uníos. La victoria no será cierta, pues nunca lo es. Pero la batalla será hermosa y la gente pagará por verla.

Y así, uniendo los Caballeros del Orden y el Caos, hicieron frente al espectáculo de impro.

- ¿Y ganaron, abuela?

- No, Timmy. Porque de todas las artes escénicas, la impro sigue siendo la más jodida.

- ¡Cuéntamela otra vez!

- Si lo repites ya no es impro. Un vasito de whiski y a dormir.