viernes, 15 de octubre de 2021

La Llama School (1)

 Hola, volvemos a improboratoriear y esta vez os traigo una trilogía de la Llama School, la escuela de vídeos online y encuentros en streaming con personalidades del mundo de la comedia en España. Hace unos 6 meses que estoy inscrito y he realizado aproximadamente la mitad de los cursos, quizá algunos más cuando estáis leyendo esto.

La verdad que en cuanto a contenido hay varios que son realmente interesantes, pero creo que empieza a funcionarte profesionalmente cuando has visto muchos y empiezas a hacerte una idea promedio de cómo trabajan los profesionales. La libertad, fidelidad de estilo, desapego en ocasiones, obsesión en otras…

Haré un artículo cuando esté al día de todos los cursos para una mayor accuracy, pero por ahora expondré opiniones de los que he visto. El primero de los cuales, dicho sea de paso, fue el de Impro con Judit Martín de Impro Barcelona, ¡grande!

En los encuentros streaming que se realizan, hay aprendices inscritos que pueden hacer preguntas a conocidos cómicos de stand up o guionistas como Tomás Fuentes o Martí Piñol. Concretamente lo que comento a continuación creo recordar haberlo visto en ambos.

Me fascinó un tipo de pregunta que se suele formular bastante entre los alumnos:

- ¿Cuánto tiene que durar…? ¿Cuántos chistes tiene que haber…? ¿Cuánto tiempo entre bloque y bloque…? ¿Cuántos minutos tardo en…?

Uau… Me sigue costando ponerme en el lugar de un principiante, ¡pero sobretodo si se tiene en cuenta la cantidad de contenido que hay de fácil acceso, y la cantidad de referencias con las que hacerte una idea propia!

No existe esta cuadrícula por la que preguntan, este abc de la comedia que cuenta en valores aritméticos la cantidad de chistes por minuto, de palabras por chiste o de letras por palabra. Compañeros, no existe. Cada artista encuentra su voz de una forma profundamente personal, y esa voz propia es la que acaba resonando entre el público. Con su experiencia particular, su recorrido individual y sus propios descubrimientos.

¿Cuántos minutos? Observa la cadencia de chistes de Jerry Seinfield y compárala con un discurso de George Carlin sin chiste de 4 minutos. ¡No hay normas! Hay expresiones personales.

No sé hasta qué punto es preocupante para toda una hornada de cómicos que se acojan a tanto consejo cuadriculado. Siento que es empezar la casa por el tejado. Estar en un escenario exige comprender las normas escénicas más básicas y luego transformarlas con tu propio mundo interior. De la misma forma que uno no es doctor porque sepa cómo usar un bisturí, pero sí lo es un poco más cuando lee a Epicuro. En la base más pura, la esencia teatral, están los secretos creativos. Y me temo que La Llama School aún se encuentre a años luz de la commedia dell’arte, por ejemplo.

Aún así, no me atrevo a dar consejos. Veremos en qué desemboca esta comedia instruida en La Llama, ¡esperemos que sorprenda!



viernes, 1 de octubre de 2021

La desbrozadora Shakespeare

 Cómo me gustan las metáforas de jardinería. Últimamente estoy muy a tope con la desbrozadora, esa máquina sencillísima que despeja un área llena de maleza y airea un jardín. Os recomiendo este canal de youtube para ver a pleno rendimiento una buena desbrozadora.

Cambio de tema.

Es una vergüenza que durante este curso pasado desconociera tanto a Shakespeare. Lo digo porque le he puesto remedio, sino no lo comentaría, obviamente. He adquirido varias de sus obras y he estado leyendo, releyendo, aprendiendo y analizando a este autor.

No sólo diré que es de lo más grande que he leído en teatro (seguramente lo MÁS, en realidad) sino que lo que he leído después de Shakespeare, ha sido mejor.

Shakespeare es la desbrozadora del teatro. Su equilibro entre artificio y simplificación es exactamente lo que la escena necesita. Los Todopoderosos tienen mucha razón en algo, nos hemos inventado mil historias sobre la misteriosa figura de Shakespeare porque es más fácil acogerse a una fantasía sin razón que comprender que toda esa genialidad pueda emerger de una sola mente.

Suelo ser bastante iconoclasta y buscarle el punto débil (a veces reconozco que irracionalmente) a grandes obras o ídolos. Pero William Shakespeare es sencillamente perfecto. Con sus errores y sus incoherencias de guión. Es increíble.

Puedes literalmente sentir cómo el teatro cambia en tu cabeza cuando entiendes sus obras. Y como dijo Alix Gentil de la compañía The Modestos de Barcelona, cuando más he aprendido sobre impro es cuando he realizado cursos que no eran sobre impro.

Yo espero que, siguiendo esa fórmula, vea cómo el jardín de mi impro se despeja con la desbrozadora Shakespeare.