jueves, 15 de diciembre de 2022

El Milagro de la Personalización

 

El Milagro de la Personalización

No son pocos los bolos que acumulo entre todas las compañías que han puesto la impro al servicio de una fiesta privada. Hay quien podría pensar que tener que ceñirte a la info privada que te proporcionan de un cumpleañero, una pareja, una despedida o una fiesta de empresa concreta, podría cercenar la libertad de la impro. Pero lo mismo sucede al escribir poesía cuando los versos deben rimar en consonante y seguir una estructura silábica específica en A B B A. Las normas son plataformas de creación, no límites.

Dicho esto.

Mi reflexión es acerca de cómo el público recibe que (en este caso) dos desconocidos se presenten a tu sala de fiestas, jardín o restaurante, y se pongan a representar personajes de tu vida viviendo locas aventuras a las que solo la impro puede dar vida.

Me remito a una actuación reciente para un grupo de colegas que celebraban la despedida de soltero de su amigo. La información que teníamos era escasa, así que nos permitimos proponer personajes nuevos, espacios locos y situaciones imaginarias. Y así lo hicimos.

Surgió inesperadamente una trama sobre su novia, sus amigas, relaciones, citas, etc. Los clichés de “amiga contra novio de su amiga” volaban por doquier. Risa del público, todo genial. Pero dentro de nosotros resonaba un: esto no forma parte de la info que nos han dado.

Al terminar el bolo, uno de los comentarios que nos dedicaron después de los agradecimientos y felicitaciones fue: no sabéis cuanto os habéis acercado a la realidad.

¿En serio?

La teoría que de aquí se desprende es: no sé si realmente nos acercamos a la realidad tanto como el público cree. Yo más bien diría que tener a dos desconocidos hablando sobre su vida, hace que como público actives una serie de conectores narrativos surgidos de una premisa inconsciente: estos dos actores realmente no saben de lo que hablan. Por lo tanto, todo lo que improvisan es una sugerencia, y como tal, tu cerebro la interpreta tendiendo puentes entre la realidad de tu vida y la realidad de la escena. De manera que dentro de tu experiencia, tú terminas de completar lo que ellos proponen con tus vivencias reales y tu memoria. ¿El resultado? El convencimiento de que lo que han improvisado se acerca muchísimo a la verdad, ¡cuando no es así ni por asomo!

Ojo, no trato de quitarle mérito o gracia, estoy seguro que debe ser genial asistir como público a un show en el que tú eres el protagonista. Pero me hace pensar en cuánto nos dejamos seducir por las formas narrativas clásicas, los clichés de sitcom o las estructuras dramatúrgicas que apelan a comportamientos sociales. Quizá es que en cualquier forma de comedia, por liviana que sea, si es buena es que hay una comprensión profunda del alma humana.



jueves, 1 de diciembre de 2022

Recomendación – Murderville

 

Recomendación – Murderville

Ya sabéis que de vez en cuando me gusta recomendar alguna movida, y si puedo enlazarlo con impro mejor que mejor.

Esta vez vengo con Murderville, en Netflix. Una serie de 6 capítulos en la que en cada capítulo entra un invitado especial interpretándose a sí mismo, pero al que no le han dado el guión. De manera wue debe seguir la corriente de los demás actores, que lo “ayudan” a interpretar a su personaje. La trama siempre es la investigación de un asesinato.

Mira, qué risa, de verdad.

El descojone que he sufrido me ha hecho pensar algo.

Hay recursos fáciles para asegurar el tiro en una propuesta audiovisual, especialmente en Netflix, la cuna del palomiteo doméstico. Sexo, violencia y subversión son las normas de la pantalla fácil. Pero me cuesta comprender por qué la espontaneidad no lo es. Ver una risa sincera de alguien que está fuera de lugar, que abandona la ficción involuntariamente y lo vemos a él, sin máscaras, riendo de la verdad del momento… Por favor. No hay nada más auténtico.

Os juro que no puedo evitar mearme vivo cuando veo un actor riéndose en escena. Y Murderville ha sido un hallazgo en esa dirección. Por favor si sabéis de más productos que muestren eso mismo, hacédmelo saber.



martes, 15 de noviembre de 2022

Curso recursado – Viu el Teatre

 

Curso recursado – Viu el Teatre

Estuve yendo a un curso de 30 horas desde la plataforma Viu el Teatre de Barcelona. Fue una gran experiencia estar rodeado de docentes, puesto que mi mundo es más artístico y no tanto la enseñanza. Cada día recibimos 5 horas de formación en distintas disciplinas escénicas y me llevo muchísimas armas para afrontar el curso que viene.

Quería señalar aquí algo interesante.

Hace ya unos 12 años que terminé de estudiar en Timbal, la escuela donde me formé. Hay muchas cosas que calaron y me sigo acordando, pero hay otras que tenía olvidadas y que reflotaron en el transcurso de esas 5 sesiones.

Es el caso de los ejercicios de un taller titulado “la poética del moviment”. Consistente, entre otros varios ejercicios, en dejarte inspirar por una frase y un objeto, y tratar de descubrir una pequeña propuesta de movimiento que reflejara un camino entre ambos.

Qué difícil, colega.

Volvieron a venirme todas esas sensaciones olvidadas, esas voces de profesores diciéndome: lo estás pensando demasiado, planificas mucho, tienes que estar en el cuerpo, olvídate de la cabeza.

Me di cuenta que finalmente, después de aquellos 3 años de clases en los que me machacaron con este tipo de mensaje que nunca dominé del todo, pude dedicarme a un teatro que me permitió poner la atención en la cabeza y descubrir a través de una plataforma narrativa, no abstracta. Personajes figurativos, escenas que cuentan cosas concretas y guían al público por un sentido. No esos números de instinto metafísico que se esfuerzan para apartar las capacidades cerebrales y marginar la búsqueda de sentido.

Parece que me refiera a ellos con desprecio pero no, eh… Fue guai.

 



martes, 1 de noviembre de 2022

Limoneo consolidado

 

Limoneo consolidado

Contra todo pronóstico, cuando ya creía que las posibilidades estaban cubiertas y el recorrido laboral ya había alcanzado una cierta estabilidad, este verano 2022 Impro con Limón ha experimentado un nuevo nivel de reflexión que por primera vez siento que me adelanta, a pesar de estar yo dando la cara y trabajando en los espectáculos. Me explico.

Hemos tenido varias actuaciones en entornos muy dispares, pero con algo en común: ninguno de ellos esperaba lo que sucedería cuando nos contrataban.

Pongo como ejemplo una actuación en CosmoCaixa, Barcelona. Unas 150 personas en el público. Sala de actos elegante. Empresa dedicada a la investigación de enfermedades. Ambiente solemne. Lejos de adaptarnos al ambiente, salimos a arrollar con nuestro estilo propio, arriesgando en las propuestas, yendo diez pasos más allá y tratando al público como a nosotros nos gustaría que nos tratasen en un show que a nosotros nos gusta. No sin miedo por mi parte, puesto que a menudo la solemnidad o seriedad de un evento se contagia y te coarta la impro.

Pues bien, éxito absoluto. La risa del público iba más allá de la diversión. Era asombro de estar viviendo aquel derroche de burrada y buen rollo. Conclusión: vuelta a casa pensando ¿cómo puede ser que nos paguen por esto? Imposible que se esperaran eso. Ahí voy: nosotros tampoco lo esperábamos.

Creo que lo que se contagia de la espontaneidad impro es la capacidad de sorprendernos mutuamente. Sucedió lo mismo en bolos posteriores en ambientes igual de formales con bolos igual de arriesgados: centro de discapacitados, boda, entrega de premios de teatro…

Un ambiente concreto te predispone. Si eres capaz de sobrevenirlo, te vas a sorprender de tal forma que el público entrará en tu mundo de sorpresa, autenticidad y diversión. Y serán tuyos.

Así creo que nos hemos formado un nuevo concepto de lo que es el limoneo este verano. A ver qué nos depara el año que viene.

 


sábado, 15 de octubre de 2022

Escola el Carmel

 

Escola el Carmel

Desde el enero de 2022 hasta junio estuve dando un primer año de curso de improvisación para los alumnos de 5è i 6è de la Escola El Carmel de Barcelona desde la iniciativa Pla de Barris.

Fue la primera vez que impartía clases para alumnos que NO QUERÍAN hacer teatro. Hasta ahora, las clases las había dado en centros o academias especializadas en artes escénicas, pero El Carmel es una escuela pública. Eso no significa que ninguno quisiera, de hecho en general debo decir que ha sido gratificante, he aprendido muchas cosas.

He aquí una lista de reflexiones. Hablamos de alumnos de 10 a 12 años:

-          Los ejercicios creativos son más atractivos para ellos que los ejercicios de rapidez o agilidad. Creía que iba a ser al revés, pero no.

-          Las votaciones no funcionan. Votamos repetir juego y el que salió elegido por mayoría, les aburrió a los 5 minutos. Tu trabajo es defender tu idea de clase, no dejarles a ellos la responsabilidad de elegir la clase.

-          Si quieres que evolucionen, improvisa con ellos y muéstrales tus recursos.

-          Pero por muchos recursos que muestres, la barrera social de los 11-12 años es muy poderosa. No van a hacer el ridículo ante sus amigos.

-          Los grupitos son peligrosos. Bloquean extraordinariamente el aprendizaje. Especialmente con los caracteres saboteadores que disponen de más autoridad entre su grupito que tú como profesor.

-          A menos edad, más fluida es la clase.

-          A más libertad, menos diversión.

-          Dejaba opción a no salir de voluntario a improvisar, lo contrario hubiera sido incómodo y contraproducente en muchos sentidos. Varios alumnos decidieron no salir ni una sola vez a improvisar en todo el curso.

En general, creo que aunque fuera una sola hora semanal con grupos reducidos de entre 8 y 12 alumnos, salieron con una aproximación artística interesante. Pocas escuelas ofrecen esta opción, y quiero pensar que quizá algunos de ellos encontrará en los recuerdos de estas sesiones una motivación para quizá interesarse por las artes escénicas.

 


sábado, 1 de octubre de 2022

Lo de las chirigotas

Lo de las chirigotas

 

Hace un tiempo asistí como acomodador a un festival de chirigotas. Menudo titular para arrancar el artículo. Pero es cierto. Mi tarea sólo consistía en acompañar al público a su butaca, cerrar puertas y despedir al terminar. Lo bueno es que me puedo quedar a ver el espectáculo gratis.

Las chirigotas españolas del carnaval de Cádiz agrupan varios artistas musicales para interpretar temas que tratan sobre todo actualidad, e incluyen vestuarios llamativos para los cantantes y músicos.

Y ahora abro la verja y me meto en el jardín.

Lo que viví en ese teatro fue una hora y media de ambiente endogámico, una especie de atmósfera de devoción provincial hacia una forma de arte que rompía constantemente cuarta y quinta pared, en la que el público no sabía estar simplemente atento al show sino que gritaba, coreaba, cantaba e interpelaba a los artistas como si estuvieran en el escenario. El proceso comunicativo se volvió un pantano turbio en el que ya no se dibujaba una línea platea – escenario, sino un caos de voces que, si no hubiera sido por los focos, nadie hubiera sabido ver dónde sucedía el show.

La pasión gaditana ante todo, el orgullo de su tierra y la diversión eran los temas de ese espectáculo. Pero precisamente ese carácter consiguió que yo, como simple trabajador en un rincón del teatro, me sintiera desplazado de algo de lo que yo entiendo que si quisiera, podría formar parte como asistente a un teatro, ¿no? El ambiente era raro.

Voy a citar a dos personajes que han resumido el carácter andaluz en los teatros.

Antonio Castelo decía: yo no voy a actuar a Andalucía porque el público andaluz es como si fueran a un concierto con sus propios altavoces. No escuchan, participan.

Joaquín Sabina decía: no me gusta el carácter autárquico de la cultura andaluza.

Puedo respetarlo porque, insisto, lo viví de primera mano y no vi nada necesariamente malo en su forma de entender el show. Pero no comparto para nada esa endogamia andaluza. Personalmente, quiero ir al teatro a escuchar, aprender, dejarme transportar, reflexionar y aplaudir al final.

Me gusta generalizar porque me hace escribir más fácil, pero entiendo que no será siempre así. Habrá públicos y públicos, distintas zonas e idiosincrasias.

Pero viendo lo que viví en las chirigotas, pienso después: ¿Cómo debe ser en la impro?



jueves, 15 de septiembre de 2022

Técnica y metafísica

 Técnica y metafísica

La teoría del péndulo en impro va desde la aplicación a rajatabla de normas y juegos clásicos, sólidos e inamovibles, como:

-          Eh, me has negado

-          No puedes hacer un personaje borracho.

-          Aquí ha faltado la R del PROL.

-          El título exacto no ha salido en esta impro.

…hasta el desafío gratuito de los estándares de la impro sólo por el placer de ser subversivo, original y auténtico, como:

-          Recurrir al chiste inmediato.

-          Narrativas inconexas y sobrecargadas de propuesta.

-          Desafiar a un compañero en favor de la sensación de “interpretar” intensamente.

-          Clásico momento de: ¡Corten! ¡Rodaje finalizado! Para justificar la ficción.

Estos son los extremos que se acogen a la técnica. Pero no todos empezamos en la impro desde el mundo de la técnica. Existe otro tipo de impro, quizá más enfocada a entreno interpretativo o terapéutico, que tiene un solo extremo mal entendido, que identifico con quotes como:

-          Mira a los ojos a tu compañero y dime qué siente.

-          Fluye con la situación.

-          Examina tus sentimientos y exprésame cómo te sientes.

-          Mira el público y muéstranos tu vulnerabilidad.

 Cada uno de nosotros se inclina más hacia uno de estos extremos, a menudo en oposición activa. Llamémosles técnica y metafísica.

Los técnicos creen que los metafísicos son hippies del teatro que usan la impro como psicólogo y van a llorar a sus clases. Los metafísicos creen que los técnicos tienen bloqueos emocionales y recurren a la ficción para alejarse de sí mismos. O yo qué sé.

Cada uno de nosotros se inclina más hacia un modo u otro, aunque hayamos aprendido de ambos y nos sintamos equilibrados en este modo de verlo, que seguro que sí. Pero con esto sólo quería concluir que el espacio que hay entre técnica y metafísica lo completa el alumno. Por eso un buen profesor permite el desarrollo hacia uno u otro lado, no impone su visión categórica para defender una “verdad” de la impro. Porque esta no existe.

 


jueves, 1 de septiembre de 2022

El aprendizaje tridimensional

 

El aprendizaje tridimensional

A ver, vamos a ponernos metafísicos, que es lo que me gusta a mí.

Hoy he pensado lo siguiente:

Alumnos novatos que entienden el aprendizaje impro como una línea recta. Aprendes algo, luego otra cosa, luego le sumas otra… Y sigues una línea en una dirección.

Los hay que entienden un paso más allá, y saben que esta línea no es simplemente recta, sino que toma curvas ¡o incluso espirales!

Los hay que van más allá aún, y saben que no sólo es una línea, son varias que se mueven en un plano en distintas direcciones, velocidades y ritmos. Nunca trabajas una sola cosa a un solo ritmo.

Los hay que van más allá y saben que las líneas no despegan su proceso desde el mismo punto, sino que en varios aspectos trabajaremos distintas direcciones y por lo tanto recorreremos distintos caminos.

Todas esas son formas válidas de ver un aprendizaje. Especialmente en las artes escénicas, donde ponemos todo lo que somos al servicio de una verdad. Pero más especialmente en impro, donde además no tenemos ni idea de lo que sucederá dentro de 1 minuto.

Os doy una versión propia y algo más allá aun, el aprendizaje son distintas líneas que se mueven a ritmos distintos partiendo desde varios puntos distintos en un espacio TRIDIMENSIONAL, también arriba y abajo, atrás y adelante. Del punto A al B trazamos una línea, pero esa misma línea jamás la volveremos a recorrer de la misma forma ya que la delicada inmediatez de la impro lo impedirá. Aunque ya hayamos pasado por un ejercicio, si lo hicieras dentro de un año trazarías nuevas líneas que conectarían A con C, y luego A con D. Nunca somos los mismos, por eso la impro nunca es la misma, y por eso el aprendizaje no para nunca, aunque repitas de curso, de clase, de profesor o de escuela.

Somos seres de aprendizaje tridimensional.

 


 

lunes, 15 de agosto de 2022

¿Sólo virtudes?

 

¿Sólo virtudes?

Hace poco escuché la frase “un profesor que sólo señala virtudes a sus alumnos, no es un buen profesor”.

En un primer momento, permitidme este auto-análisis, creí conectar con esta frase puesto que no soy muy de alabar sin motivos. En clase creo que prefiero dejar que la risa que me produce la espontaneidad de los alumnos se convierta en la vara de medir de su inmediatez. Así lo fue para mi con mi primer profesor. Pero más adelante comprendí un poco más allá.

¿De qué me sirve como alumno que sólo me cuenten lo maravilloso que soy? ¿Cómo creo mis propias conclusiones si no me marcan un camino por el que concluir? La mediocridad se ayuda sola, y la mediocridad es producto de la falta de criterio. Sin crítica no hay criterio. Hay que criticar a los alumnos, señalar sus puntos débiles y empujarlos hacia las zonas en las que aún no han transitado.  

En Whiplash, el personaje de JK Simmons decía algo como “No hay dos palabras más dañinas que buen trabajo”. Buen trabajo le da un punto final al proceso. Le da una importancia excesiva al resultado y no deja puerta abierta al aprendizaje. Le estamos cavando la tumba al alumno en vez de despejarle el bosque.

¿El riesgo? Caer mal. Que te odien. Sí, claro que es arriesgado. Todos queremos gustar y caer bien. Y quizá eso con el tiempo es algo que mengua cuando va cobrando más importancia la formación en sí que no lo que piensen de mí como profesor… Yo espero que así sea. Por el momento me asusta ser odiado, y me ha pasado. Pero he aprendido que si te centras en los defectos, el día que señalas una virtud, lanzas una potente bomba de ánimo al alumno que le alienta a seguir trazando su mapa de aprendizaje.

 


 

lunes, 1 de agosto de 2022

Visita al Circo del Sol

 

Visita al Circo del Sol

Fui a ver el Circo del Sol como epítome de las artes escénicas, como culmen y referente de la cultura circense. Reconozco que en un porcentaje elevado, adquirí la entrada sabiendo que lo hacía no solamente para entretenimiento sino para observación, análisis y por qué negarlo, un poco prejuicioso. No obstante, creo que mantuve la disposición del disfrute en todo momento y nunca, diga lo que diga a continuación, me arrepentí de haber ido. Vaya eso por delante.

Análisis. ¿Qué le sucede al show business cuando hay financiación de sobra? Una cosa primordial, a mi modo de ver: que apunta a ganar. El Circo de Sol apunta a ganar, lo apuesta todo a una forma de show que nadie con ojos en la cara y sentido auditivo podría juzgar de “mal espectáculo”. Es simplemente imposible decir que es malo, aburrido, feo, carente de gusto, soso… No tiene sentido. Hay una inversión técnica desparramante, focos para iluminar un pueblo entero, material de maquinaria que dispara mariposas, humo, cascada de agua, marionetas gigantes, cintas correderas en varias direcciones sobre la pista, láseres, y artistas con una técnica absolutamente impecable en disciplinas tan variadas como espectaculares. Trapecio, contorsión, telas... Una locura.

Y por eso mismo no tiene alma.

Porque apuntar a ganar tiene dos consecuencias: ganas un público fácil, y pierdes por no invertir nada en la pérdida. No arriesgas. Vas a funcionar sí o sí. Sales del espectáculo y sigues siendo la misma persona. No te mueve nada, no te aporta un punto de vista peculiar, no le otorga un sello arriesgado y personal a su show más allá de toda esa inversión económica. Es pura técnica, puro dinero puesto en el centro de la diana, a donde todo el mundo cree que hay que apuntar. Pero no, señores. El arte no debería tener garantías. Si así fuera (ya lo hemos dicho en este blog en más ocasiones) los artistas serían los banqueros.

Si algo tiene la impro, es la belleza del riesgo. Los improvisadores asumimos que hoy puede ser un show de auténtica mierda, por mucho que salgamos con una sonrisa a escena. Todo puede fallar, todo puede ser un desastre porque no tenemos otras garantías que no sean nuestra caja de herramientas interpretativas. ¡Y aún así, sin un guión todo puede venirse abajo, por supuesto que puede! Cualquier espectáculo de impro que se las dé de apuesta segura, no es un show con carácter. Es un producto al estilo del Circo del Sol.

 


viernes, 15 de julio de 2022

Richard Pryor en Explicado Pierde

 

Richard Pryor en Explicado Pierde

Estuve echándole una escuchada al podcast “Explicado pierde, de varios de los responsables de La Llama, librería de humor de Barcelona. Interesante planteamiento para los estudiosos del humor, con varios episodios dedicados a cuestiones específicas del mundo de la comedia.

Os dejo aquí el enlace de ivox: https://www.ivoox.com/podcast-explicado-pierde_sq_f11554885_1.html

Quiero hoy dedicarle el artículo al primero de los episodios del podcast, en el que tratan sobre Richard Pryor, uno de los pilares del stand up, gran referente en general bien conservado incluso por los iconoclastas (aunque hay una preocupante carencia de esos en el stand up, o almenos de iconoclastas con criterio).

En un momento dado del podcast, mencionan que el gran Richard Pryor, en uno de sus shows estrella a la vuelta de un episodio vital complicado, presentaba un fragmento de monólogo en el que hablaba sobre un infarto que sufrió. Pryor interpreta las voces de sus partes del cuerpo comunicándose con él mientras está teniendo el infarto. Una forma sana y valiente de exponer ese tema ante público, pero ese es otro tema.

Me centro en la FASCINACIÓN con la que los conductores del podcast viven esa idea de Pryor. “Dios mío, qué gran idea. Es increíble como hace otros personajes. Qué genial como usa el cuerpo para contar ese momento. Estamos en éxtasis.” Éstas no son quotes auténticas del podcast, pero para que me entendáis.

Queridos compañeros de artes escénicas… Os habéis regodeado tantísimo en el stand up de club de la comedia, del que se acoge a la técnica, al ritmo, a la estructura, a las normas del maldito chiste… Que os habéis olvidado que estáis HACIENDO TEATRO. Sí, señores. Richard Pryor es un intérprete y hace teatro. Claro que lo hace. Porque explica cosas en un escenario ante un público. Claro que hace personajes, claro que usa el cuerpo. La fascinación debería ser inversa, deberíamos fascinarnos al ver cómo el stand up actual está abandonando el teatro en un país que ha vivido el maravilloso Siglo de Oro, que ha tenido a Cervantes y a Lope de Vega. Levantad la vista de vuestras libretas de chistes y pisad más a menudo un teatro, porque hacer stand up es representar una obra de una sola persona, coño. Olvidaos un poco del chiste y usad el cuerpo, cread personajes, contadnos lo que tenéis de verdad dentro y qué medios usáis para hacerlo. Los chistes son sólo adornos.

En fin, no pude evitar sentir algo de vergüenza por compartir (aunque sea de refilón) medio artístico con estas ratas de biblioteca cómica. La endogamia ha llegado oficialmente al stand up y ha creado sus nuevas propias bases, tan alejadas de lo que significa saber estar en escena, que se fascinan cuando ven que alguien sabe estar en escena haciendo stand up comedy.

Para terminar enlazándolo a la impro, que es lo que nos ocupa, sólo decir que tenemos la suerte de que trabajamos un método que nos exige saber estar en un escenario, saber comunicarle al público, crear personajes, usar la imaginación y el cuerpo para contar, dejarte modificar por el compañero, hacer brillar a los demás y no sólo a uno mismo, saber escuchar, reaccionar, inventar y sorprenderte a cada show.




viernes, 1 de julio de 2022

Schme-

Hará ya varios años, descubría junto a mi feligrés Héctor Joan, en nuestra compañía de impro, lo que es juntarse con un perturbado que ríe las mismas gracias que tú, con el que llegar lejos y en la misma dirección en análisis exhaustivos de comedia propios de auténticos psicóticos, y compartir en definitiva, running gags y recursos disparatados que creaban un universo de chorradas en constante expansión.

Pero no todas las propuestas caen en un saco cerrado. Y hubo algo que se grabó en mi mente y de lo que prácticamente no hemos vuelto a hablar. Ahora convertido en un concepto impro. El schme-.

No puedo recordar de dónde extraje, por mi cuenta, que en hebreo existen multitud de palabras que empiezan con esta sílaba. Al escucharla, prodújome gran risa estertórea. Y tomé la decisión consciente de proponerle (sólo a mi colega, no soy un inconsciente) de empezar a hablar añadiendo el sufijo schme- a las palabras.

- ¿Quieres ir a schmetomar una schmecerveza? ¡Me schmeencanta! Ha sido schmedelicioso.

Creo que esta enumeración representa el número de veces que intenté que calara esta propuesta en nuestro universo de imbecilidades. Poco tardó mi colega en rebatírmela, alegando:

- Tenemos que hablar de lo de decir schme-…

Ahí terminó mi intento. Fui derrotado.

Y aprendí algo valioso.

La espontaneidad es auténtica. Lo auténtico es empático. Y la empatía no exige virtuosismo, esfuerzo o fuerza de voluntad. Solo verdad, presente, momento y si es posible, irreflexión.

Cuanto más vueltas le das a una propuesta para tu impro, menos posible es que encaje porque está más sujeta a tus apetencias personales, que llevan rato diciéndote: sí, sí, funciona. Tú no puedes contrastar en tu cabeza tus apetencias, porque allí estás sólo. A veces es necesario un compañero que te diga: no funciona. Y juntos reconducís la impro hacia un sitio más interesante.

Schmerecordadlo siempre.



miércoles, 15 de junio de 2022

Qué más da, si nadie se dará cuenta

Cada vez que se pronuncia esa frase, un artista de la ilustración araña la tapa de su tumba.

Esta pequeña escena lo ilustra perfectamente:

- Señor director, soy el director de arte. En esta escena, ahí al fondo, junto a las cortinas del despacho del protagonista, hay una lámpara.

- Sí, la veo.

- Como ve, ahora mismo es verde. ¿Cómo la quiere, usted?

- Bah, qué más da. Es una lámpara. Luces, cámara…

¿Detectáis este tipo de momento? Qué más dará, ¿verdad? ¿Qué más dará si para este show no llevamos todos los mismos pantalones? ¿Qué más dará si no sabemos qué juego hacemos? ¿Qué más dará si los papelitos donde el público escribe títulos no llevan nuestro logo?

Pues sí… Qué más da. Muy posiblemente nadie en el público va a salir del teatro comentando: qué buenos son, lástima que ninguno de ellos llevaba los mismos zapatos.

Y si eso sucede, igual ni siquiera es motivo para una crítica de 3 estrellas sobre 5, en caso de figurar en un portal de venta online.

Pero escuchad algo. Si en algún momento habéis pensado “qué más dará”, significa que estáis al tanto de que hay algo en vuestra propuesta escénica que, al menos para vosotros, ya es digna de recibir un “qué más dará”. Es decir, hay algo que está deliberadamente descuidado. Hay un punto flaco. Hay una acomodación. En definitiva, y permitidme que me ponga nazi, una falta de respeto a vuestra labor y a la cultura en general.

No, ningún espectáculo recibe una mala review por llevar la camisa sin planchar (y ni siquiera estoy tan seguro de ello). Pero el público percibe vuestra implicación en cada una de las cosas que pasan en el escenario, en todo lo que ven, oyen y sienten. Aunque no les preste atención. El subconsciente siempre presta atención.

Todo lo que hagas, habla por sí sólo. Así que concluyendo, resulta que sí, sí da.



miércoles, 1 de junio de 2022

High Concept, de Blake Snyder 2

Y una más de Salva al Gato. Disculpad el coñazo.

En el glosario final del libro, Snyder escribe la entrada llamada High Concept, y la define como:

Nadie sabe cómo definir el high concept. Pero la Jungla de Cristal es high concept, y el Paciente Inglés, no. Las películas americanas son high concept, las europeas no. Mi consejo como guionista es que tratéis de escribir lo más high concept que podáis.

Uau…

No sé, señor Snyder. Alguien dedicado a una disciplina que entraña unas de las formas de expresión más complicadas, como es la escritura, debería amar la expresión personal por encima de la industria. ¡Opinion, ojo! Alguien que ostenta una carrera y se alza como referente en su ámbito igual debería apostar por recomendar a sus seguidores que sean fieles a un estilo personal, a una inclinación hacia lo auténtico. Pero recomendar que escriban lo más comercial posible es condenarlos, desde sus inicios, a bajarse los pantalones en favor de la opinión del público.

Es bastante doloroso o decepcionante (no me decido por ninguna de las dos) ver cómo la cima del éxito comercial se da la mano con la influencia, y de ese poder nacen este tipo de mensajes que en el fondo vienen a decir: tu estilo personal importa poco. No te expreses, conviértete en un vehículo para contar lo que el público esté pidiendo. La mierda vende. High concept.

Señor Snyder, el espíritu de una era es su arte. Usted pudo revolucionar eras, usted pudo alzar un tótem de innovación y sabiduría en la línea temporal de la creación escrita y el séptimo arte, pero eligió el camino del éxito fugaz y el olvido, de la volatilidad.

Sí, como artista me interesa la posteridad romántica. Porque la posteridad está hecha de cadáveres, de críticas arriesgadas, de personas que definieron el curso de la historia y de artistas a los que nadie tuvo en consideración hasta después de su miseria, su declive, e incluso su muerte.

Pero ESTÁ HECHA.

Ya lo sabéis, impros high concept y a triunfar.



domingo, 15 de mayo de 2022

Doble Camelo, de Blake Snyder 1

Atención, escribo esto algo ebrio de vino, sólo en casa en pleno agosto de 2021. Para que quede constancia por si alguna barbaridad se me escapa de los dedos al portátil. Disclaimeado.


He terminado Salva al Gato, de Blake Snyder, del que ya os he hablado. En este artículo, una discrepancia. Y en el siguiente, otra más.

Esta no es especialmente flagrante, pero os explico:

En un capítulo, Snyder nos señala diversos tipos de errores que un guionista novel puede cometer. Les pone nombres con bastante gancho y la verdad que funciona. Algunos son útiles. No os los spoilearé porque reconozco que hacia la parte final el libro no está mal, es una buena aproximación al mundo. Aunque no deja de ser LA SUYA, no lo perdáis de vista.

A éste, lo llama El Doble Camelo.

Doble camelo consiste en utilizar dos fuentes distintas de fantasía o irrealidad en un guion, dos focos que exigen tu atención. Un poco como la idea de Noguera de que te abdujera un ovni al mismo tiempo que veías al fantasma de tu abuelo. Dos absolutos que, de forma improbable, aparecen entremezclados en la misma obra. Snyder sostiene que es mejor apostar por uno sólo ya que el público no puede darle el valor que merecería vuestra obra si hubiérais defendido uno solo.

Hasta aquí es más o menos comprensible. Estamos hablando de guion de Hollywood, recordad que aquí la solvencia económica es un motor creativo importante. Si no el primero…

Pero lo fuerte es que pone de ejemplo la primera película de Spider Man, con Willem Dafoe. Snyder asegura que, si el público acepta que una araña radioactiva te puede dar poderes, el Duende Verde no debería obtener sus poderes desde una fuente distinta a una araña radioactiva. ¡Como si el público hubiera agotado su tanque de combustible de verosimilitud en aceptar sólo una cosa irreal!

No sé si llegados a este punto esto responde a cómo Hollywood trata a su público, o realmente hay una razón narrativa aceptable para esta incompatibilidad.

¿De pequeños no creíamos acaso que tres cerditos hablaban, y además que un lobo era capaz de destrozar una casa de madera a soplidos? La fantasía no tiene límites y menos aún si está bien encajada en un guion sólido, señor Snyder.

Uno no sabe si realmente Hollywood responde a las exigencias del público, o el público se ha acostumbrado de tal forma al pienso hollywoodiense que ya no es capaz de comer mejor…

domingo, 1 de mayo de 2022

¿A qué jugamos si no hay normas?

A ver, título que habla por sí mismo. Si no hay normas, no hay objetivo. Si no encauzamos las acciones de la impro con un conjunto de directrices que nos conduzcan a alguna parte, todo va a reducirse a un campo yermo donde caben un montón de trastos viejos, pero no florece nada.

Qué miedo nos da a los improvisadores caer por el otro lado, al mundo de las normas. Convertir el campo yermo en una ciudad gentrificada, llena de calles cuadriculadas, normas de circulación y colapsos sociales. A veces nos da tanto miedo que no nos atrevemos a sembrar ese campo. Preferimos convencernos de que esos hierbajos secos que se tuestan al sol son la naturaleza de la impro, que ya va de eso, que así es cómo funciona.

Pero es que ¡ni siquiera hay que asfaltar para que quede bonito, coño! Basta con permitir que la naturaleza aparezca lentamente, y sin darte cuenta tendrás un valle verde y lleno de propuestas por donde caminar libremente y ver el paisaje.

Pero para eso necesitas sembrar, regar, talar, despejar, nivelar el terreno y cuidar el terreno. Esas son las normas. Descubrí hace poco que la expresión que tanto gusta a los milenials “carpe diem” no significa “aprovecha el dia”. Sino “cosecha el día”. Para cosechar, hay que sembrar. Esa es la condición.

Sin normas, no hay juego.



 

viernes, 15 de abril de 2022

El Tirtiritero

Sostengo que: es imposible no ver al titiritero en la impro.

Si no lo veo, no sé si es impro. Ergo si sé que es impro, veo al titiritero.

Y nos pese o no, gran parte del mérito de la impro es ver al titiritero.

Movemos los hilos de la escena, enseñamos cómo se nos enredan y cómo ese enredo modifica el movimiento de nuestro puppet, nuestra impro. Estamos detrás, haciendo que las caras de esfuerzo o frustración formen parte de lo que enseñamos.

Si nos esforzamos en que no se vea el titiritero, ¿qué sucede?

Bueno, la maravilla de la impro no se ve necesariamente afectada. La historia fluye e incluso podemos arrancar un Oooohh al público cuando surjan buenos hallazgos. Pero estamos sacrificando algo: el ingrediente espontaneidad.

Le estamos pasando la pelota al público para que sean ellos quienes rellenen el hueco de la espontaneidad. No es algo necesariamente malo, pero entonces, como dice Omar Argentino (hacía tiempo que no lo mencionaba) estamos creando distancia con el público, no cercanía. ¿Y qué hay más cercano que la creación inmediata? ¿Qué hay más cercano que ver claramente cómo el titiritero está detrás del muñeco enseñándote cómo mueve los hilos?

¿Comprenderíamos el gran trabajo del titiritero si no nos dejara entender que el muñeco no es real?



viernes, 1 de abril de 2022

Luz y sonido

Es un verdadero crimen que a estas alturas no haya dedicado un solo artículo a la inclusión de técnica en los espectáculos. Trataré de no quemar todos los cartuchos porque realmente hay material de dónde sacar experiencias y análisis. Pero empezaré por lo primero que me viene a la cabeza en cuanto a intercambios de opiniones sucedidos en las compañías sobre el papel real que juegan luz y sonido en la impro.

De entrada, en mi carrera personal, el sonido gana por goleada.

La música no sólo mulle (¿está bien dicho? Me encanta cómo encaja por significado, espero que esté bien dicho) la escena, sino que la potencia, la catapulta, e incluso puede tener peso cómico por sí sola. Puede proponer saltos de espacio y de tiempo, puede marcar finales o inicios y puede transformar todo lo que se dice en la impro.

Por eso procuramos llevar nuestro técnico entrenado y preparado cuando vamos a actuaciones. Es sin duda un improvisador más, como el músico en un rincón de la boda tocando el contrabajo, cobrando por simplemente estar allí, sin necesidad de atención pero ofreciendo al inconsciente del público una capa extra de glamour y elegancia al evento. Si está correcto, nadie dice nada. Eso sí, si toca mal, todos lo comentaran.

Reconozco que a menudo envidio a los músicos y técnicos, que no tienen que esforzarse en captar la atención y en el peor de los casos, pueden limitarse a tocar de fondo y cobrar al final de show. En un espectáculo o te ganas el público borracho o fracasas.

La luz, por el contrario (aquí hay debate) nunca ha casado del todo en las impros. Cierto es que no hemos tenido muchas posibilidades de explorarla como quizá se merece, pero esto en sí ya significa algo. El sonido es imprescindible y ofrece posibilidades que derivan de la propia necesidad de montaje. La luz no siempre es imprescindible. ¿Para qué vas a montar 2 trípodes y tirar todo el cableado a una mesa de FX un domingo a las 16h en la plaza mayor?


Pero de todas formas, los ambientes que ofrece la luz son muy limitados si lo comparamos con la exigencia de montaje, y sus opciones visuales son muy limitadas a no ser que incluyas en el presupuesto de una actuación +5000€ de montaje de leds regulables, pantallas, pars, cañón, panel led, retroproyector, strobos, contras y calles.

Y aún con todo eso, necesitarías un técnico tremendamente hábil y entrenado en el carácter de compañía para que aportara algo medido y coherente al show.

Creo que la iluminación es como un buen speaker. Sí, da prestigio, pero su sueldo no sale a cuenta si puede presentar uno de los mismos improvisadores de la compañía. El sonido es un improvisador más.

martes, 15 de marzo de 2022

Efecto Barragán

Para explicar este efecto acuñado por mí mismo, debemos referirnos al cómico de stand up estándar.

Los cómicos de stand up “firman con su nombre”. Me gusta esa expresión. Todo lo que dicen en escenario lo dicen bajo su identidad auténtica. La máscara eres tú mismo, signifique lo que signifique eso. Hay un artículo en este blog sobre la obsesión con la búsqueda del personaje de los monologuistas, uno de los de la trilogía La Llama School.

Firmar con tu nombre entraña riesgos. Kike García, director del Mundo Today, explica que, cuando alguien expone algo en clave de ficción, y esa afirmación es polémica, por ejemplo, queremos señalar el origen de esa afirmación y por lo tanto el culpable de nuestros sentimientos heridos. Es la caza de brujas biológica. No podemos sencillamente aceptar que la mala sensación que me ha dejado la expresión “bebés muertos” (por decir algo objetivamente jodido) quede impune, y menos aún debido a la excusa de la ficción. Hoy en día nos hemos armado de ideologías que nos ofrecen un buen abanico de armas razonadoras con las cuales desarmar la ficción y explicar que “en realidad siempre hay algo de verdad”, “sin saberlo estás contribuyendo a perpetuar modelos conductuales nocivos” o “en el fondo eres racista”.

Por lo tanto, en stand up, teniendo tan a mano un nombre y una identidad el público no dudará en señalar al cómico que se ha propasado en sus declaraciones, convirtiéndolo en el responsable con nombre y apellido de sus sentimientos malos.

En cambio…

Me siento más protegido en la impro (excepto en el caso relatado en el artículo Una Mala Experiencia de este mismo blog, y allí explico el porqué). En impro somos máscaras alejadas de nosotros mismos. Todo está claramente interpretado por personajes con los que soltamos barbaridades.

Como hace el señor Barragán.



martes, 1 de marzo de 2022

Burgers

 ¿Cómo diferenciamos MacDonalds de Burger King, por ejemplo?

Bueno, lo hacen distinto. Me gustan más los Nuggets de MacDonalds.

¡Qué dices! En Burger King se curran más las hamburguesas.

Sabemos apreciar los estilos de algo que es rápido y placentero. En este caso comida.

Pero aun así, las fórmulas de ambas cadenas de restaurantes son increíblemente parecidas. De hecho, para alguien que no las conoce de nada serian exactamente LO MISMO.

¿Puede que eso pase con los juegos de impro?

Vamos variando sobre lo mismo con la esperanza de que el público aprecie y saboree nuestro estilo propio, pero al fin y al cabo, el menú que ofrecemos es bastante parecido…



martes, 15 de febrero de 2022

El río

 Voy a dejarme fluir con una metáfora impro a medio construir que tengo en la cabeza, y a ver a dónde me lleva.

Empieza con: “no se trata de construir el cauce de un río. Construimos un canal y dejamos que el río fluya libremente”.

Bueno, veo un paralelismo con el trabajo de un dibujante que avanza en su obra hasta que decide dejarla inacabada. Hay un momento en el que tomas esa decisión. En impro esa decisión se toma inconscientemente y constantemente. Avanzamos y vamos decidiendo que “así es como será” sin más. Aprovechar el error.

Detrás de todas esas pequeñas decisiones, está la historia, el resultado en sí.

El resultado es el agua del río. Puedes controlarla hasta cierto punto. De hecho puedes controlarla en grandes cantidades si con tu impro construyes un canal amplio, despejado, por donde quepan buques mercantes cargados de propuestas. O puedes construir una pequeña presa en un riachuelo y ver hasta dónde llega el embalse, luego apartar unas rocas y dejar que el agua se filtre por una gruta subterránea que ya estaba allí. Puede que salpiques a alguien. Puede que la corriente se seque.

Pero en todo caso, el trabajo del improvisador es, de alguna forma, darle dirección al agua y escuchar por dónde prefiere ir.



martes, 1 de febrero de 2022

Más Allá del Orden, del doctor Peterson

Estoy leyendo este libro, Más Allá del Orden, del doctor Jordan Peterson. Profesor de la universidad de Toronto y psicólogo clínico. Conocido últimamente por declaraciones polémicas contra las ideologías posmodernas y por sus conferencias más bien conservadoras y bastante judeocristianas.

Me fastidia darle la razón en muchas cosas que dice, pero me fascina su sensibilidad y su aprecio por el arte y la belleza. Me recuerda a Tolkien escribiendo sobre su Tierra Media y Valinor en la obsesión por todo lo bello de la creación.

Quizá el doctor Peterson en este libro ha alcanzado la aproximación más acertada en lo que creo que es el papel del cuenta cuentos en nuestro mundo, y lo combino con lo que oí decir a Juanjo Ramírez, guionista, en su curso de la Llama School.

Juanjo dice algo como: “El arte no es imprescindible para que una sociedad sobreviva. Antes es mucho más necesario un doctor, un agricultor o un fontanero. Pero se hace imprescindible una vez esas necesidades están cubiertas.”



Peterson dice: “Construimos el mundo a partir de las muchas cosas que pensamos que podría ser, afrontamos una infinidad de posibilidades, y al elegir un camino en vez de otro, reducimos el abanico a una sola realidad. Ese es el misterio más insondable de todos ¿qué es ese potencial que afrontamos? ¿Y cuál es este extraño poder de convertir posibilidades en realidades, de convertir en algo tangible lo que empieza siendo sólo imaginario?” (esto es la impro propiamente)

Voy a tratar de conectar ambos statements de estos grandes maestros.

En un mundo que ha cubierto sus necesidades básicas de supervivencia y convivencia, el aprendizaje lo es todo. Pero no aprenderemos nada si no somos capaces de comprender que tenemos el poder de convertir en realidad algo que pertenece sólo al reino del ensueño (Luces de Bohemia).

¿Cómo comprender este poder? Contando historias. Historias de personajes que toman decisiones y éstas tienen consecuencias. El aprendizaje, la autorrealización y el entendimiento del mundo provienen de nuestra inteligencia más allá de lo real. Somos seres imaginativos, y esa imaginación es el motor que nos hace avanzar hacia nuevas realidades, nuevas formas de ver el universo.

Un cuenta cuentos no os operará de apendicitis... Pero abrirá vuestra mente para que aprendáis a tomar la decisión que quizá un día os convertirá el doctor que operará de apendicitis.

sábado, 15 de enero de 2022

Competencia jodida

Sí, aquí si hay algo de clickbait, lo reconozco. Pero para las visitas que tiene esto hoy en día, me lo permito.

El statement de partida es:

A nadie nos gusta señalar que las compañías de impro compiten. No nos gusta, porque no lo vemos así realmente. Los que la vivimos sabemos que no se compite en creación personal. Te expresas, y el público conecta o no. Si te interesa lo que haces más que los resultados de lo que haces, te importa poco el concepto ganar o perder.

Pero.

Está claro que los lugares donde llevar tu espectáculo con unas condiciones óptimas no abundan, estar sujeto a críticas online y a un responsable que analiza la asistencia de público a tu show, es duro. Y te pone en modo carrera. Y en una carrera, llegas antes o llegas más tarde. Y quizá si llegas tarde, no volverás a correr.

Simplificación, sí. Pero los que habéis estado en cartel y en portales como Atrápalo, sabéis de lo que hablo.

La competencia es un factor de auténtico coñazo en la creación. Te obliga a atarte con una cadena a tu forma de crear (si tienes algo de interés artístico, insisto) para no desviarte hacia una identidad de show que pertenezca al público, que sea volátil, facilona y vacía de significado y autenticidad. Es jodido compatibilizar eso con la venta de entradas.

Y en el caso de la impro, lo agrava el factor “asequible”. La impro es joven, hay mucho que decir, hay mucho interesado en salir a escena en pelotas y enseñar cómo se arriesga a contar chistes no preparados. A abusar de e instrumentalizar esa medida fácil que es la risa del público. Un público que se hace una idea de la impro, marca un check en su lista de shows vistos, y no repite con ninguna otra compañía porque “ya he visto lo de la impro”.

Eso ocurre. Es cierto. Si no fuera así, habría salas de teatro con 2 o más shows de impro en cartelera, conociendo el valor de la creación personal y sabiendo que cada compañía tiene su visión particular, sus inquietudes artísticas… Pero no es así. “No os programo porque ya tengo impro ahora mismo”. Ya… Tienes UNA impro. ¡La mía es otra! En fin…

Hay que comprenderlo. La solvencia forma parte del proceso creativo. Iremos tapando esos agujeros culturales con más ideas y poco a poco educando al público. Una nueva cultura impro es posible, coño.



sábado, 1 de enero de 2022

¡Salva al gato! De Blake Snyder

Pequeña reseña al canto.

“El libro definitivo para la creación de un guion” dice la portada de este libro de editorial Alba escrito por Blake Snyder en 2005. Fue seguido por otros dos libros de la trilogía Save the Cat sobre escritura de guiones para películas.

Snyder fue guionista y profesor en Los Ángeles. Murió de repente en 2009 a los 51 años. Unexpected.

Bueno, a pesar de que me queda un capítulo por terminarlo, diré que en lo que concierne a la impro, este libro no es de lo más interesante que hay. Personalmente prefiero manuales extensos tipo El Guión de Robert McKe o Anatomía del Guión de John Truby. Éstos se parecen más a caminar por una selva de datos y seleccionar los que crees conveniente para las impros. Pero en el caso de Salva al Gato, Snyder hace zoom al guión de Hollywood, y explica una y mil veces anécdotas sobre cómo escribieron algo que gustara al público.



A estas alturas ya conocéis mi opinión respecto a enfocar la creación a la apetencia de las masas… Pero se comprende que Snyder trabaja para una industria que busca solvencia. Un guión tiene que ser millonario, o no ser. Bueno…

Diferencia y cataloga varios tipos de trama (no de géneros) con los que no estoy del todo de acuerdo, y que sinceramente se escapan un poco a la falta de control de la impro. Si abrimos las compuertas de las propuestas, no sé hasta qué punto la impro es compatible con tipos de trama como “soy un interno”, “triunfo del tonto” o “la lámpara de oro”. Además, cataloga las películas exclusivamente en uno u otro formato, mientras que yo los veo compatibles uno con otro. En cualquier caso, pueden formar parte de la red inconsciente de trabajo impro, eso por supuesto.

Snyder también llama arquetipos a lo que yo entiendo que serían tropos literarios. Soldado herido, buena chica puesta a prueba, bombón problemático… Me interesan más los arquetipos que trascienden a la antropología y responden a formas de conducta o roles universales. Héroe, antagonista, mentor, loco… En próximos artículos os hablo de los “tropos” culturales, recientemente aprendidos.

En definitiva, un libro que cumple con lo que el guión es a la impro, pero que exige cirugía informativa para seccionar de forma exacta sus explicaciones y quedarte sólo con la carne de la impro.