Y una más de Salva al Gato. Disculpad el coñazo.
En el glosario final del libro,
Snyder escribe la entrada llamada High Concept, y la define como:
Nadie sabe cómo definir el high concept. Pero la Jungla de Cristal es high
concept, y el Paciente Inglés, no. Las películas americanas son high concept,
las europeas no. Mi consejo como guionista es que tratéis de escribir lo más
high concept que podáis.
Uau…
No sé, señor Snyder. Alguien
dedicado a una disciplina que entraña unas de las formas de expresión más
complicadas, como es la escritura, debería amar la expresión personal por
encima de la industria. ¡Opinion, ojo! Alguien que ostenta una carrera y se alza como
referente en su ámbito igual debería apostar por recomendar a sus seguidores
que sean fieles a un estilo personal, a una inclinación hacia lo auténtico. Pero recomendar que escriban lo más comercial
posible es condenarlos, desde sus inicios, a bajarse los pantalones en favor de
la opinión del público.
Es bastante doloroso o
decepcionante (no me decido por ninguna de las dos) ver cómo la cima del éxito
comercial se da la mano con la influencia, y de ese poder nacen este tipo de
mensajes que en el fondo vienen a decir: tu estilo personal importa poco. No te
expreses, conviértete en un vehículo para contar lo que el público esté
pidiendo. La mierda vende. High concept.
Señor Snyder, el espíritu de una
era es su arte. Usted pudo revolucionar eras, usted pudo alzar un tótem de
innovación y sabiduría en la línea temporal de la creación escrita y el séptimo
arte, pero eligió el camino del éxito fugaz y el olvido, de la volatilidad.
Sí, como artista me interesa la
posteridad romántica. Porque la posteridad está hecha de cadáveres, de críticas
arriesgadas, de personas que definieron el curso de la historia y de artistas a
los que nadie tuvo en consideración hasta después de su miseria, su declive, e incluso su muerte.
Pero ESTÁ HECHA.
Ya lo sabéis, impros high concept
y a triunfar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario