viernes, 15 de septiembre de 2023

¿Actor de comedia o entertainer?

 

¿Actor de comedia o entertainer?

 

Una dicotomía clásica derivada de experiencias teatrales propias.

La reflexión tiene su origen en oportunidades de trabajo en las que siempre incluyo, inevitablemente, procesos impro. Espontaneidad, inmediatez… La impro todo lo tiñe.

El ingrediente espontáneo puede servir para todos los campos de la interpretación, puesto que, como hemos dicho en muchos artículos de este blog, el personaje no sabe lo que va a decir, sólo el actor lo sabe. Y en el caso de la impro, ni siquiera.

Entonces surge la risa. Ser espontáneo es estar al momento presente, inmediato. Y existen muchas maneras de servir la risa. Ahí voy.

Me he visto envuelto en funciones teatrales en las que se pedía una habilidad de entertainer o animador. Vínculo potente con el público, capacidad para moverlos, levantarlos de la silla y corear canciones. Y he descubierto, para mi asombro, que se me da fatal.

No obstante, eso es en un contexto de “fiestas del pueblo”. Escenario al aire libre, entrada gratuita, vacaciones… En ese entorno, se exige una energía extra hacia el público, puesto que hay un componente de “teatro de calle”. PERO. Cuando la misma obra se representa en un teatro a taquilla, en temporada, en el Paralelo de Barcelona, mi espontaneidad se aplica a la habilidad de actor cómico, no tanto de entertainer. ¿Por qué? Pues mi teoría (cómo me gusta teorizar) es que el público viene a ver teatro, no a bailar.

La impro puede servirse de ambas habilidades: interpretación cómica y animación. Ninguna queda por encima ni por debajo, todo depende del contexto de la actuación. Pero hay algo importantísimo: reflexionar en cuál se está más cómodo y conocerse a sí mismo. Porque amigos/as, a la impro le falta reflexión e identidad.



viernes, 1 de septiembre de 2023

Triangular, la pared 3,5


No hace mucho me puse a jugar con el ChatGPT a preguntarle sobre reflexiones teatrales. Le pregunté por la cuarta pared, y supo explicarla bien. Le pregunté entonces por la quinta pared, la cual había descubierto recientemente al trabajar en un texto de Sanchis Sinisterra. Y para mi sorpresa, también la conocía. Le empecé a preguntar entonces por la sexta, la séptima… Y luego la tercera, la segunda… Las reflexiones a las que llegaba eran fascinantes, pero no es eso de lo que quería hablaros. Si teneis curiosidad, acudid a la IA y preguntadle porque no tiene desperdicio.

Quería hablar sobre el concepto de triangulación, ese momento de compartir el actor con el público para lanzar una mirada de complicidad y acercar la atención de los espectadores a la verdad del momento. Se hace en comedia, y de hecho antiguamente existía incluso un código de movimiento para triangular las reacciones. El triángulo es actor – interlocutor – público.

De alguna forma, el momento de triangular no consiste exactamente en bajar la cuarta pared, puesto que no es necesario interpelar a la audiencia para triangular, escapando de la ficción escénica. Y aún así, el personaje puede mirar directamente a un público que, en el caso de muchas obras, no debería estar ahí para el personaje si actuamos a cuarta pared.

Entonces, si según el ChatGPT la tercera pared es la que separa el personaje de su entorno teatral (lo que vendría siendo un aparte), mi deducción es que triangular es bajar la pared 3,5.

Es decir, no estamos exactamente rompiendo la cuarta pared, ni estamos exactamente rompiendo la tercera. Estamos lanzando un código que permite al actor, no al personaje, mirar a la dirección prohibida en la cuarta pared para distanciar al personaje de su tercera pared.

Y ya está, no sé. Me flipan estas cosas.