miércoles, 15 de julio de 2020

¿Qué papel juega el humor en la impro?



¿Qué papel juega el humor en la impro?

Últimamente estoy planteando el juego del doble opening en clase. Tú, dime una frase de inicio, ahora tú, dime otra frase de inicio, y ahora tú conéctalas en una misma historia. Es divertido y desafiante. Pero ¿es inherentemente divertido por la propia vertiginosidad del reto improvisador? ¿O somos los propios improvisadores quienes activamos el interruptor del humor y convertimos el reto en algo divertido? ¿Y si en realidad no somos divertidos en escena y todo es producto de un público automatizado que quiere ver quiebros antes de tiempo?

Voy fluyendo, disculpad el proceso caótico. Defino quiebro: si acumular es inflar el globo (G. Rodolico) el quiebro es explotarlo. Cuanto más lo inflo, más potente será el quiebro. Todo humor es quiebro, pero no todo humor es acumulativo.



Si el público relaciona la impro con el stand up en el sentido del ritmo quebrado, chiste rápido y poca acumulación que requiera atención de más, ¿educamos al público en la paciencia de ver acumular la historia hasta que aprecie la grandeza de la improturgia? ¿Es siquiera garantía de que así será? ¿Aceptamos la relación mental con el quiebro del stand up y nos rendimos al humor del propio reto improvisativo en sí?

Basta de preguntas, ahora me mojo:

Contemplo la impro como una herramienta completa en cuanto a opción de formatos, implicación interpretativa, humor, dramaturgia, recursos y expresión artística en general. La impro merece que acumulemos. El quiebro mezcla todos los colores en un solo color que combina con todo, pero el público merece ver toda la paleta para apreciar la base, la procedencia y la variedad de disciplinas, esfuerzo y mérito que intervienen en una simple creación improvisada de 5 minutos de acumulación. 

Nosotros también lo merecemos.

Todo eso está genial. Pero si olvidamos el quiebro ¿Cuándo sale a escena el humor?

El humor sale en el mismo momento en que, por ejemplo, aparece la negación a escena después de habernos dogmatizado en el sagrado “no negar”. Aparece porque fluyes, porque acumulas, porque VIVES EL PRESENTE de la improvisación. Olvídate de “hacer una buena impro” (O. Galván) y el humor formará parte de la propia mezcla de propuestas, modificaciones y entramado infinito de aceptaciones. Tal como se convierte el proceso cerebral de no negar en una organicidad variable y sujeta al momento escena, el humor puede brotar espontáneamente. No es tan diferente.

De modo que el concepto interruptor del humor podría ser un planteamiento erróneo. Lo vemos en el siguiente artículo.

miércoles, 1 de julio de 2020

Comprenderlo todo


Comprenderlo todo.

Hace unos días escuché la sentenciosa frase:

La mente que lo entiende todo, se vuelve perezosa.

Me explotó en el cerebro como un petardo de sabiduría. Tanto orgullo que siente uno cuando asegura comprender en profundidad aquel final de serie que nadie ha pillado, o aquel girito argumental con el que cree estar radiografiando las intenciones del guionista… Y de repente, esa frase. Comprenderlo todo es en realidad volverse perezoso.



¿Qué mejor vehículo para no comprender, que una elaborada impro en la que nos dejamos transformar, modificar y llevar por propuestas que no conocemos previamente? En una impro no hay posibilidad de razonar lo que ocurrirá, ergo improvisar es la oposición de entenderlo todo, es forzarse a seguir adelante a pesar de no comprender. Defender sin armas, confirmar sin conocimiento. Pero siempre avanzar.

Así que lanzo aquí la otra cara de la anterior moneda:

La mente que lo improvisa todo, está siempre lúcida.