lunes, 15 de mayo de 2023

Cosa muy personal

 

Cosa muy personal

Mirad, a mí si un compañero no me sorprende, yo no soy capaz de sorprender al público. Tengo que aceptar que es así.

Se ha hablado en este blog ya sobre la capacidad de sorprenderse en escena, y cómo cuando ésta tiene éxito, el público impro se sorprende contigo. Está claro.

Pero ya sabéis, esas actuaciones con poco público, o con un público al que prejuzgas, o con alguien conocido entre ellos... Esos inputs que te conforman un prejuicio que debes sortear como sea, o sino no serás capaz de alcanzar ese estado de espontaneidad necesario para la impro.

Vale, pues yo sólo no soy capaz de eso. Lo juro.

Necesito compañeros que estén más locos que yo, necesito payasos augustos que tiren de mi carablanca, y a partir de eso yo confiaré en nuestra capacidad para aceptar y seguir, jamás pisaré una propuesta por un prejuicio de situación de bolo. Pero os aseguro que si no tengo quien tire de mí, yo no soy capaz.

Quizá por eso las clases me están funcionando, porque se me da bien ofrecer una plataforma para que los demás brillen a su manera.



lunes, 1 de mayo de 2023

Romper la quinta pared

 

Romper la quinta pared

Me desplazo nuevamente a las aulas (ya veis que últimamente estoy más en enseñanza que en show) y os traigo este concepto de la quinta pared que me enseñó Toni Navarro, uno de los pioneros de la impro en España junto con Carles Castillo, valencianos ambos.

Romper la quinta pared en clase (como yo entiendo el concepto que él me prestó) es atravesar la barrera que la ficción impone al terminar de vivir la ficción. Es decir, cuando el alumno termina de interpretar un personaje, se produce un momento de juicio por el trabajo realizado. No es tan sencillo salir de escena y volver a la misma vida que tenías hace 5 minutos, hay unos instantes en los que esperas una valoración, una conexión con el profesor o los compañeros que te permita edificarte un criterio sobre lo que acabas de hacer. Ese rato es incómodo, seamos claros.

La quinta pared es esa barrera de juicio. Si la rompes con tus alumnos, se sentirán libres de entrar y salir en la ficción sin preocuparse por cómo los vemos, cómo lo han hecho o si son buenos o no. Es importante porque en impro no hay que tratar de hacerlo bien. Si levantamos una quinta pared, aumentan las competencias, se crea un clima de trabajo distante, virtuoso o individualista, se aboca la clase al fracaso.

La quinta pared sólo sirve, en cualquier caso, para monográficos de actores profesionales de alma fría, impertérrita y dura que quieran dedicarse a televisión o a grandes producciones carentes de alma. Es una puta mierda, vaya.