miércoles, 15 de diciembre de 2021

Otra impro escrita

Hacia tiempo que no me lanzaba. Prometo no borrar nada a menos que sean faltas ortográficas. Vamos alla. Improviso hasta el título:

Octogenario con escamas, Blau.

Tarde de otoño, el saliente izquierdo esta medio derumbado. Una figura oscura se acerca. Lleva un bastón en una mano. Se agacha junto al saliente y extrae un cuarzo de su capa. No le vemos la cara. Lo acerca a un bulto en el suelo. De repente todo el saliente tiembla. El techo, lleno de estalactitas gigantes, tiembla y desprende peñascos que caen peligrosamente. Sin embargo, el hombre misterioso levanta su báculo y crea un círculo de poder que esquiva las piedras. Levita, y se aleja hacia una abertura en el techo de la gran sala abovedada por donde escapa.

Mientras tanto, en la gran fiesta. El señor Marqués Flascos se halla entusiasmado. Ha adquirido recientemente una gran colección de cubos del reino vecino. Los mejores cubos del reino, por fin en su poder. Su padre lo trató siempre con desprecio al ser el hermano menor. Pero sus siete hermanos mayores habían ido muriendo progresivamente hasta quedarse él solo para comandar el marquesado, y ahora se dedica a organizar fiestas constantemente, hacer gala de la fortuna heredada de su padre y sus hermanos. Aunque nadie le quiere. En mitad de la fiesta, llena de invitados de actitud frívola que asisten sólo por conveniencia o por interés, un temblor azota el suelo. Las guirnaldas de luz se balancean. La fuente de hielo en forma de dragón se cae al suelo.

- ¿Qué ha sido eso? – pregunta Lady Gorda Von Gorder. Una señora muy gorda.

- No os preocupéis – asegura el Maqués Flascos con su voz de ratón – serán los mineros extrayendo más cubos de la gruta. Vamos, que siga la…

Un nuevo estruendo. Esta vez serio. Aparecen grietas en el suelo y algunos de los invitados se caen. Sombreros con plumas vuelan y alguna capa con ribetes dorados se desparrama. Hay gritos. Un señor bajito con la camisa increíblemente apretada y marcando lorzas, con bigote estrecho y pelo engominado hacia atrás, se acerca al Marqués.

- Es el Octogenario, Marqués. ¡Es él!

- Callaos, Hubbb. Silencio. ¿Cómo va a ser el Octogenario? Esta dormido.

- Pero ya sabe lo que se comenta en la ciudad de Xisherkrantz. El Visitante ha sido avistado en las tabernas.

- Está bien Hubbb, vayamos a los establos. Cojamos un caballo y visitemos la maldita gruta. Aunque solo sea para confirmar que el Octogenario no….

Un nuevo estruendo. Se derrumba una de las torres del palacio del marqués.

- Diantres, la torre vestidor. Espero que pueda recuperar mi chaleco de lentejas.

- Querrá decir de lentejuelas.

- No.

Una vez en la gruta, Hubbb y el Marqués, a caballo, comprueban ojipláticos cómo todo el saliente izquierdo ha sido devastado. El Marqués ve algo brillar entre las rocas. Se acerca y toma entre sus manos un cuarzo cúbico. Hubbb se acerca, lo mira acongojado y luego levanta la vista.

- Marqués, ¡es Blau, el Octogenario!

Un dragón despliega las alas ante ellos. Junto a él, una figura encapuchada levita en el aire.

- Marqués, veo que os gustan los cubos, ¿no es cierto?

- Visitante, ¡has despertado a Blau! Miserable.

- Os lo dije, Marqués.

- ¡Cállate Hubbb!

¿Conseguirán el Marqués y Hubbb acabar con el Visitante? ¿Es siquiera eso lo que quieren? ¿Quién es el visitante? ¿Por qué ha despertado al dragón Blau? ¿Por qué es Octogenario? Esas y otras preguntas jamás serán respondidas. Pero os invitamos a hacerlo vosotros mismos.



miércoles, 1 de diciembre de 2021

No hay que darle al público lo que quiere

 Eso mismo.

No hay que darle lo que quiere.

Hay que darle lo que necesita.

A un niño de 6 años no le gustan las verduras. Prefiere chuches. Pero necesita verduras.

Ejempo: el último juego, Todos los Títulos.

Sacamos los títulos a medida que van saliendo y los metemos sí o sí en la impro.

¿Qué quiere el público? Que salga el suyo.

¿Qué hacemos? Sacarlos todos sí o sí.

¿Cuál es el resultado final? Impro decepcionantemente caótica.

Nótese que la reacción del público no se corresponde con las ganas que tenían de que saliera el suyo.

Se han comido un plato de chuches. Buenísimas. Pero ahora les duele la tripa.

En cambio: sacrificamos el 50% de los títulos, que no salen.

¿Qué piensa el público a corto plazo? Decepción…

Pero cuando facilitamos el transcurso de la impro con menos inputs y mejor jugados, el pensamiento del público a largo plazo es: qué buena impro. A pesar que no haya salido mi título.

Se han comido el plato de brócoli y ahora están culturalmente sanos.

No hay que darle lo que quiere, sino lo que necesita.