miércoles, 1 de diciembre de 2021

No hay que darle al público lo que quiere

 Eso mismo.

No hay que darle lo que quiere.

Hay que darle lo que necesita.

A un niño de 6 años no le gustan las verduras. Prefiere chuches. Pero necesita verduras.

Ejempo: el último juego, Todos los Títulos.

Sacamos los títulos a medida que van saliendo y los metemos sí o sí en la impro.

¿Qué quiere el público? Que salga el suyo.

¿Qué hacemos? Sacarlos todos sí o sí.

¿Cuál es el resultado final? Impro decepcionantemente caótica.

Nótese que la reacción del público no se corresponde con las ganas que tenían de que saliera el suyo.

Se han comido un plato de chuches. Buenísimas. Pero ahora les duele la tripa.

En cambio: sacrificamos el 50% de los títulos, que no salen.

¿Qué piensa el público a corto plazo? Decepción…

Pero cuando facilitamos el transcurso de la impro con menos inputs y mejor jugados, el pensamiento del público a largo plazo es: qué buena impro. A pesar que no haya salido mi título.

Se han comido el plato de brócoli y ahora están culturalmente sanos.

No hay que darle lo que quiere, sino lo que necesita.



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