lunes, 15 de febrero de 2021

Los Nudos

Los Nudos

 

Ahí va una rápida metáfora vida – impro.

La impro es resolución de problemas. Es descubrir qué y dónde está fallando y tratar de descubrir opciones creativas para resolver ese entuerto. O ese nudo. Venga, llamémosle nudo.

Cada improvisador suelta en la impro su madeja de hilos. Sus propuestas, sus ideas, sus reacciones... Hay que saber soltar ese hilo pero con cabeza. Si lanzo la madeja y lo desperdicio todo, el público aplaudirá ese despliegue, pero ahora hay que recogerlo. Y cuando te agachas, descubres que está atado a dos hilos más, de los que salen cuatro nudos de los cuales salen mil hilos más unidos a cientos de nudos complicadísimos. Algunos gordos, otros pequeños pero del tipo “¿Cómo es posible esto haya llegado a anudarse de esta forma?”. Ya está organizado el caos. Qué pereza de impro.

¿Y si no suelto la madeja? Pues sin hilos no habría nudos, está claro, pero tampoco habría impro. Pero no vivamos en el pasado, ahora necesitamos deshacer esos nudos. Unos son más urgentes, otros nos llevarán un buen rato, y otros, malas noticias, no se desharán jamás. Tendremos que aprender a convivir con algunos de esos nudos en la impro y tratar de que molesten lo mínimo posible, o incluso de que pase a formar parte del encanto de este despliegue de madejas en la impro.


Si quiero deshacer los nudos de la impro, necesitaré ayuda. Tengo que poder ver mis compañeros a través de esa red de nudos. Si son demasiados, no conseguiré ni siquiera verles la cara, mucho menos ayudarles. Pero cuantos menos nudos, más clara será mi visión de la impro.

Bueno, ahora relee el artículo cambiando “impro” por “vida”.

lunes, 1 de febrero de 2021

Este trabajo es duro en cuanto creemos que no lo es

 ESTE TRABAJO ES DURO EN CUANTO CREEMOS QUE NO LO ES

Voy a señalar, llegados a este punto en el blog, que tengo titulares variados escritos en una app en el móvil que datan de hace meses. Quizá un esperanzado escritor de artículos creía que meses más tarde, en verano, seguiría acordándome de lo que significa ese título. O quizá es que ya en su momento me conformaba con darme a mí mismo esa pequeña mecha, encenderla, y dejar explotar las reflexiones. Me gustan ambas opciones. En este caso es la segunda, así que le doy al mechero:

He visto ya unos cuando alumnos en escuelas de interpretación. Aún no quiero decir MUCHOS porque espero que me espere una longeva carrera en la enseñanza y llegue el día en que pueda decir: ahora sí, han sido muchos. De momento he visto varios como para realizar humildes varemos y estadísticas, que me gustan como a un tonto un lápiz.

Este gráfico no podría ser en más baja resolución. A nivel de imagen digital y conceptual. Pero me sirve de plataforma.

Cuando empezamos en la impro somos novatos que, de una forma u otra nos hemos arriesgado a este lanzamiento al vacío del escenario. ¡Bien!

Es inevitable pensar que hay una cierta facilidad. Véase la metáfora de los malabares. El malabarista experto hace que parezca fácil, y eso es lo que el público ve, al mismo tiempo que es difícil. Hasta aquí todo ok, he decidido hacer impro.

Si no pienso que es fácil, el nivel de facilidad se encuentra en un punto intermedio. Hay demasiado por descubrir hacia arriba y hacia abajo. PERO a poco que mi ego me devore (por exposición a público, por inclinación personal o por alabanza cortoplacista) enseguida pienso: coño, esto es fácil. Sube la línea.

Pero ojo, todo lo que sube baja. Me voy convenciendo de que la impro es sencilla y, sorpresa, la parábola va descendiendo progresivamente porque me doy cuenta que exige más de lo que pensaba de mí, porque descubro que hay muchas más referencias de las que creía, o porque sencillamente la realidad me estampa una tarta en la cara, y en esa tarta pone “sí, es difícil. Cúrratelo.”

Metáfora conjetural: Quizá al final de esa línea descendiente hay un caldero mágico, pero antes hay un bosque denso de árboles que dan fracaso, arroyos de críticas y abismos de decepción. Hay que cruzar ese bosque.

SPOILER: No, no existe el caldero mágico. A los improvisadores nos gusta vivir en ese bosque.