lunes, 1 de febrero de 2021

Este trabajo es duro en cuanto creemos que no lo es

 ESTE TRABAJO ES DURO EN CUANTO CREEMOS QUE NO LO ES

Voy a señalar, llegados a este punto en el blog, que tengo titulares variados escritos en una app en el móvil que datan de hace meses. Quizá un esperanzado escritor de artículos creía que meses más tarde, en verano, seguiría acordándome de lo que significa ese título. O quizá es que ya en su momento me conformaba con darme a mí mismo esa pequeña mecha, encenderla, y dejar explotar las reflexiones. Me gustan ambas opciones. En este caso es la segunda, así que le doy al mechero:

He visto ya unos cuando alumnos en escuelas de interpretación. Aún no quiero decir MUCHOS porque espero que me espere una longeva carrera en la enseñanza y llegue el día en que pueda decir: ahora sí, han sido muchos. De momento he visto varios como para realizar humildes varemos y estadísticas, que me gustan como a un tonto un lápiz.

Este gráfico no podría ser en más baja resolución. A nivel de imagen digital y conceptual. Pero me sirve de plataforma.

Cuando empezamos en la impro somos novatos que, de una forma u otra nos hemos arriesgado a este lanzamiento al vacío del escenario. ¡Bien!

Es inevitable pensar que hay una cierta facilidad. Véase la metáfora de los malabares. El malabarista experto hace que parezca fácil, y eso es lo que el público ve, al mismo tiempo que es difícil. Hasta aquí todo ok, he decidido hacer impro.

Si no pienso que es fácil, el nivel de facilidad se encuentra en un punto intermedio. Hay demasiado por descubrir hacia arriba y hacia abajo. PERO a poco que mi ego me devore (por exposición a público, por inclinación personal o por alabanza cortoplacista) enseguida pienso: coño, esto es fácil. Sube la línea.

Pero ojo, todo lo que sube baja. Me voy convenciendo de que la impro es sencilla y, sorpresa, la parábola va descendiendo progresivamente porque me doy cuenta que exige más de lo que pensaba de mí, porque descubro que hay muchas más referencias de las que creía, o porque sencillamente la realidad me estampa una tarta en la cara, y en esa tarta pone “sí, es difícil. Cúrratelo.”

Metáfora conjetural: Quizá al final de esa línea descendiente hay un caldero mágico, pero antes hay un bosque denso de árboles que dan fracaso, arroyos de críticas y abismos de decepción. Hay que cruzar ese bosque.

SPOILER: No, no existe el caldero mágico. A los improvisadores nos gusta vivir en ese bosque.

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