miércoles, 15 de junio de 2022

Qué más da, si nadie se dará cuenta

Cada vez que se pronuncia esa frase, un artista de la ilustración araña la tapa de su tumba.

Esta pequeña escena lo ilustra perfectamente:

- Señor director, soy el director de arte. En esta escena, ahí al fondo, junto a las cortinas del despacho del protagonista, hay una lámpara.

- Sí, la veo.

- Como ve, ahora mismo es verde. ¿Cómo la quiere, usted?

- Bah, qué más da. Es una lámpara. Luces, cámara…

¿Detectáis este tipo de momento? Qué más dará, ¿verdad? ¿Qué más dará si para este show no llevamos todos los mismos pantalones? ¿Qué más dará si no sabemos qué juego hacemos? ¿Qué más dará si los papelitos donde el público escribe títulos no llevan nuestro logo?

Pues sí… Qué más da. Muy posiblemente nadie en el público va a salir del teatro comentando: qué buenos son, lástima que ninguno de ellos llevaba los mismos zapatos.

Y si eso sucede, igual ni siquiera es motivo para una crítica de 3 estrellas sobre 5, en caso de figurar en un portal de venta online.

Pero escuchad algo. Si en algún momento habéis pensado “qué más dará”, significa que estáis al tanto de que hay algo en vuestra propuesta escénica que, al menos para vosotros, ya es digna de recibir un “qué más dará”. Es decir, hay algo que está deliberadamente descuidado. Hay un punto flaco. Hay una acomodación. En definitiva, y permitidme que me ponga nazi, una falta de respeto a vuestra labor y a la cultura en general.

No, ningún espectáculo recibe una mala review por llevar la camisa sin planchar (y ni siquiera estoy tan seguro de ello). Pero el público percibe vuestra implicación en cada una de las cosas que pasan en el escenario, en todo lo que ven, oyen y sienten. Aunque no les preste atención. El subconsciente siempre presta atención.

Todo lo que hagas, habla por sí sólo. Así que concluyendo, resulta que sí, sí da.



miércoles, 1 de junio de 2022

High Concept, de Blake Snyder 2

Y una más de Salva al Gato. Disculpad el coñazo.

En el glosario final del libro, Snyder escribe la entrada llamada High Concept, y la define como:

Nadie sabe cómo definir el high concept. Pero la Jungla de Cristal es high concept, y el Paciente Inglés, no. Las películas americanas son high concept, las europeas no. Mi consejo como guionista es que tratéis de escribir lo más high concept que podáis.

Uau…

No sé, señor Snyder. Alguien dedicado a una disciplina que entraña unas de las formas de expresión más complicadas, como es la escritura, debería amar la expresión personal por encima de la industria. ¡Opinion, ojo! Alguien que ostenta una carrera y se alza como referente en su ámbito igual debería apostar por recomendar a sus seguidores que sean fieles a un estilo personal, a una inclinación hacia lo auténtico. Pero recomendar que escriban lo más comercial posible es condenarlos, desde sus inicios, a bajarse los pantalones en favor de la opinión del público.

Es bastante doloroso o decepcionante (no me decido por ninguna de las dos) ver cómo la cima del éxito comercial se da la mano con la influencia, y de ese poder nacen este tipo de mensajes que en el fondo vienen a decir: tu estilo personal importa poco. No te expreses, conviértete en un vehículo para contar lo que el público esté pidiendo. La mierda vende. High concept.

Señor Snyder, el espíritu de una era es su arte. Usted pudo revolucionar eras, usted pudo alzar un tótem de innovación y sabiduría en la línea temporal de la creación escrita y el séptimo arte, pero eligió el camino del éxito fugaz y el olvido, de la volatilidad.

Sí, como artista me interesa la posteridad romántica. Porque la posteridad está hecha de cadáveres, de críticas arriesgadas, de personas que definieron el curso de la historia y de artistas a los que nadie tuvo en consideración hasta después de su miseria, su declive, e incluso su muerte.

Pero ESTÁ HECHA.

Ya lo sabéis, impros high concept y a triunfar.