lunes, 15 de noviembre de 2021

La Llama School (3)

 Cerramos con este artículo la primera trilogía de La Llama School.

Volviendo a los alumnos de la Llama que aparecen en los directos, hay otro comentario que se repite con frecuencia, y no solo en estos streamings, también en el entorno general de aprendizaje de stand up.

El personaje.

¿Qué personaje eres en escena? Vamos a decir que el stand up es un género asequible. Ha estado de moda, ha marcado una generación, es barato, sencillo de entender y programar, y ofrece una vara de medir inmediata como es la risa del público. Se rien = es bueno.

Eso, a mi modo de ver, es falaz. Pero ese es otro tema…

Al ser una disciplina asequible, las primeras preguntas que surgen y que están relacionadas con el mundo de la escena, resuenan con fuerza entre los novatos. La pregunta es simple pero jodida: ¿quién soy?

No me malinterpretéis, es una buena pregunta para definir tu estilo y para empezar a recorrer camino artístico. Es necesaria. Temo, no obstante, que muchos de estos novatos se acojan a esta pregunta de una forma superficial, se ciñan a una premisa vulgar y frívola, en baja resolución, y no ahonden realmente en quiénes pueden ser, encontrando precipitadamente en un par de open mics unas respuestas que les satisfacen. ¿Cómo hacerles entender que este proceso no acaba jamás, que este proceso de conocerse va en paralelo a la puta vida entera? Igual no se trata de saber qué personaje eres, sino de ir descubriendo cuales puedes ser. Todos somos infinitas máscaras, no es nada sencillo.

Enlazándolo con impro, establezco un paralelismo sencillo y para qué engañarnos, poco reflexionado:

En impro, el personaje que tú eres es del que beben todos los personajes que propongas. De manera que quizá, por oposición a ellos, por escucha y por factor random explorador de la escena que implica la propia improvisación, casi de forma involuntaria te descubres a través de tus personajes.

En impro no hay que pensar en la pregunta ¿quién soy? La propia impro te obligará a explorarla.

No dejéis de visitar La Llama School. No me pagan eh, pero es un buen pozo de sabidurías.




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