Cosa muy personal
Mirad, a mí si un compañero no me sorprende, yo no soy capaz
de sorprender al público. Tengo que aceptar que es así.
Se ha hablado en este blog ya sobre la capacidad de
sorprenderse en escena, y cómo cuando ésta tiene éxito, el público impro se sorprende
contigo. Está claro.
Pero ya sabéis, esas actuaciones con poco público, o con un público
al que prejuzgas, o con alguien conocido entre ellos... Esos inputs que te conforman
un prejuicio que debes sortear como sea, o sino no serás capaz de alcanzar ese
estado de espontaneidad necesario para la impro.
Vale, pues yo sólo no soy capaz de eso. Lo juro.
Necesito compañeros que estén más locos que yo, necesito
payasos augustos que tiren de mi carablanca, y a partir de eso yo confiaré en nuestra
capacidad para aceptar y seguir, jamás pisaré una propuesta por un prejuicio de
situación de bolo. Pero os aseguro que si no tengo quien tire de mí, yo no soy
capaz.
Quizá por eso las clases me están funcionando, porque se me
da bien ofrecer una plataforma para que los demás brillen a su manera.
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