sábado, 1 de octubre de 2022

Lo de las chirigotas

Lo de las chirigotas

 

Hace un tiempo asistí como acomodador a un festival de chirigotas. Menudo titular para arrancar el artículo. Pero es cierto. Mi tarea sólo consistía en acompañar al público a su butaca, cerrar puertas y despedir al terminar. Lo bueno es que me puedo quedar a ver el espectáculo gratis.

Las chirigotas españolas del carnaval de Cádiz agrupan varios artistas musicales para interpretar temas que tratan sobre todo actualidad, e incluyen vestuarios llamativos para los cantantes y músicos.

Y ahora abro la verja y me meto en el jardín.

Lo que viví en ese teatro fue una hora y media de ambiente endogámico, una especie de atmósfera de devoción provincial hacia una forma de arte que rompía constantemente cuarta y quinta pared, en la que el público no sabía estar simplemente atento al show sino que gritaba, coreaba, cantaba e interpelaba a los artistas como si estuvieran en el escenario. El proceso comunicativo se volvió un pantano turbio en el que ya no se dibujaba una línea platea – escenario, sino un caos de voces que, si no hubiera sido por los focos, nadie hubiera sabido ver dónde sucedía el show.

La pasión gaditana ante todo, el orgullo de su tierra y la diversión eran los temas de ese espectáculo. Pero precisamente ese carácter consiguió que yo, como simple trabajador en un rincón del teatro, me sintiera desplazado de algo de lo que yo entiendo que si quisiera, podría formar parte como asistente a un teatro, ¿no? El ambiente era raro.

Voy a citar a dos personajes que han resumido el carácter andaluz en los teatros.

Antonio Castelo decía: yo no voy a actuar a Andalucía porque el público andaluz es como si fueran a un concierto con sus propios altavoces. No escuchan, participan.

Joaquín Sabina decía: no me gusta el carácter autárquico de la cultura andaluza.

Puedo respetarlo porque, insisto, lo viví de primera mano y no vi nada necesariamente malo en su forma de entender el show. Pero no comparto para nada esa endogamia andaluza. Personalmente, quiero ir al teatro a escuchar, aprender, dejarme transportar, reflexionar y aplaudir al final.

Me gusta generalizar porque me hace escribir más fácil, pero entiendo que no será siempre así. Habrá públicos y públicos, distintas zonas e idiosincrasias.

Pero viendo lo que viví en las chirigotas, pienso después: ¿Cómo debe ser en la impro?



No hay comentarios:

Publicar un comentario