ACTUAR EN PUEBLOS
Ojo, se viene artículo con trazas
de frustración y notas de infortunio, pesimismo y desconfianza. Os prometo que
soy buena persona en realidad.
Hay una reflexión interesante
sobre actuar en pueblos. Lo primero, definir pueblo. ¿Número de habitantes? No.
En impro, la diferencia entre actuar en un pueblo y en una ciudad, está en la
permeabilidad del público. He actuado en pueblos cuyo público era de ciudad. Y
(rara vez) en ciudades cuyo público era de pueblo.
El público de pueblo es aquel que
vive unos círculos culturales tan definidos, ojo, no estrechos, que cualquier visión
artística alejada de sus paradigmas va a ser inmediatamente objeto de juicio a
través de y a partir de sus referentes.
A ver, voy a ser sincero. Yo soy
de uno de esos pueblos. He actuado un par de veces allí, y la experiencia
siempre es a medio camino de lo que podemos dar. No mala, floja. Comprendo que
la configuración de escena era fría: escenario enorme, alejado de la proximidad
del público y level difícil de cercanía. Pero la respuesta del público a la
sucesión de las impros, era claramente distante y lenta.
Tiene sentido pensar que en un
pueblo, las opciones culturales que se aproximen a la impro son evidentemente
escasas o nulas. Y es también evidente que eso no es excusa, uno puede
desplazarse y consumir cultura fuera de la carretera nacional que lo rodea.
Pero la predisposición y facilidades no son las mismas que en una ciudad
repleta de planes nocturnos, cafés teatro y centros culturales, y ahí entramos
en la ya nombrada permeabilidad.
Sencillamente es más posible que
el público de pueblo esté acostumbrado a una visión específica de cualquier representación
escénica, con unos valores cerrados a la hora de juzgar y por lo tanto dejarse
transformar por lo que ocurre en escena. El teatro siempre es en el mismo
centro, y las obras las representan los mismos actores del mismo grupo de
teatro amateur. La lectura de un show de impro es algo muy concreto que exige
dejar atrás ciertas varas de medir, por ejemplo la puesta en escena, el
carácter, la libertad, la fuga… Exige que el público comprenda que lo que está
sucediendo no ha sido ensayado. Y por eso (no sólo por eso) puede ser interesante.
Por otra parte, hay pueblos en los
que, con unas sesenta u ochenta personas en escenario pequeño, la espontaneidad
de la impro ha sido explosiva, y se han entregado del todo a nuestro lenguaje. Lo
que decía, he actuado en pueblos cuyo público era de ciudad. ¿Qué pasa ahí? Lo
mismo, permeabilidad. Hay pueblos que abrazan la cultura importada y se dejan
seducir por los espectáculos. Quizá porque los responsables de importar cultura
tienen inquietudes, quizá porque en general hay menos referentes con los que
conformarse un visión global de lo que “debe ser” la cultura. Pero hay pueblos
que confían tanto en su propia visión global, que te obligan como improvisador
a escalar un barranco de juicio. A mí me han hecho sudar.
La próxima vez que estéis abajo o
arriba del escenario, fijaos en qué medida promedio está juzgando el público.