Voy a dejarme fluir con una metáfora impro a medio construir que tengo en la cabeza, y a ver a dónde me lleva.
Empieza con: “no se trata de
construir el cauce de un río. Construimos un canal y dejamos que el río fluya
libremente”.
Bueno, veo un paralelismo con el
trabajo de un dibujante que avanza en su obra hasta que decide dejarla
inacabada. Hay un momento en el que tomas esa decisión. En impro esa decisión
se toma inconscientemente y constantemente. Avanzamos y vamos decidiendo que
“así es como será” sin más. Aprovechar el error.
Detrás de todas esas pequeñas
decisiones, está la historia, el resultado en sí.
El resultado es el agua del río.
Puedes controlarla hasta cierto punto. De hecho puedes controlarla en grandes
cantidades si con tu impro construyes un canal amplio, despejado, por donde
quepan buques mercantes cargados de propuestas. O puedes construir una pequeña
presa en un riachuelo y ver hasta dónde llega el embalse, luego apartar unas
rocas y dejar que el agua se filtre por una gruta subterránea que ya estaba
allí. Puede que salpiques a alguien. Puede que la corriente se seque.
Pero en todo caso, el trabajo del
improvisador es, de alguna forma, darle dirección al agua y escuchar por dónde
prefiere ir.