La Arquitrama
Antes de seguir, el señor Robert McKee
me ha enseñado una cosilla que tengo que poner como baliza en este blog, porque
voy a usar mucho ese término.
En su libro El Guión, que posiblemente he mencionado ya alguna vez, diferencia
entre Minitrama, Antitrama y Arquitrama de historia. Me centro en la Arquitrama
esta vez y os dejo las otras dos como cliffhanger para que no baje audiencia.
Queremos que nuestras vidas
tengan sentido. Queremos pensar que somos el protagonista de nuestra línea
temporal. Queremos pensar que lo que nos ocurre, nos forma. Los accidentes nos
hacen aprender, los malos reciben su merecido y los buenos siempre somos
nosotros. Las personas de nuestra vida son aliados y nos ayudan en nuestras
empresas. Cuando todo está perdido, las fuerzas opositoras le dan la vuelta a
la situación y nos hacen ganar, haciéndonos ver que somos capaces. Y cuando
superamos la prueba, obtenemos la redención a nuestros errores, conseguimos ser
mejores que nosotros mismos. Queremos ser los personajes principales de la
película de nuestra vida.
Nuestro cerebro ordena las
historias de esta forma porque necesita controlar y entender nuestro pasado
para darnos armas para el presente. Necesita estructurar de una forma eficaz la
compleja y a veces incoherente estructura de causalidades y casualidades que es
nuestra vida. Necesitamos las historias para enmarcar nuestras circunstancias y
agarrarnos a ellas para pensar que todo tiene sentido. Eso es la Arquitrama.
Ahora bien, la realidad a menudo
tiene otros planes… Ya os contaré.
Con la foto pretendo exponer el principio de enfrentamiento con sentido de una arquitrama clásica. Un personaje definido quiere conseguir algo concreto. Me parece que queda universalmente claro.
Ah, dando un último latigazo de
impro-opinión, diré que necesitamos que las improvisaciones sean arquitramas
para empatizar con esa habilidad innata que tienen los cerebros del público,
esta es: entender la sucesión de experiencias vitales como un viaje con sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario