Qué miedo no ser original…
Ya hemos hablado de eso, pero hará
un año. Hoy, amplio:
Miedo a decir cosas psicóticas,
miedo a decir cosas obscenas y miedo a ser poco originales, según Keith
Johnstone. En su momento mencioné este último bloqueo como uno de los más
poderosos. A menudo no sabemos cómo utilizar una premisa increíblemente básica
para demostrar que somos lo más divertidos que podamos. El vacío es muy grande,
y quizá hasta preferimos rendirnos.
PERO.
Como dije, difícilmente se libra
uno de ese miedo. Lo integra y busca desesperadamente brechas por donde colar
de la forma más eficiente su originalidad.
Hoy, en Abril de 2020, pienso que
es necesario que sean precisamente brechas. Una brecha no es una brecha sin una
pared. El miedo es esa pared. Y ese miedo es un buen medidor de personalidad.
Me explico:
Si no hay filtro, no
diferenciamos lo original, eficaz y divertido de lo simplemente aleatorio y
quizá ineficaz. Quizá la clave no es eliminar el miedo, sino convertirlo en un
colador y añadirle un contador de calidad de propuestas. Si no tenemos dónde
acoplar el contador, no avanzaremos nunca en una dirección concreta, y no
aprenderemos de las exigencias de la impro. Lo que hay que calibrar no es el miedo
en sí, sino el contador.
No todo contabiliza como
ingenioso, ni todo contabiliza como fracaso. No es sencillo ni complicado, es
cuestión de insistencia. El miedo no desaparecerá, por lo tanto asume que allí
hay una pared y fíjate bien en qué se cuela por las brechas para saber qué sale
de ti, qué es auténtico o qué es simplemente eficaz.
Y entones, decide cómo quieres
que sea tu impro. Medidor de personalidad.
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