Cada uno a su ritmo
Retomo un artículo que ya escribí llamado Curso recursado
– Viu el Teatre para reflexionar sobre una de las sesiones que tuvimos con
el profesor Santi Serratosa, percusionista, músico-terapeuta i tallerista de
percusión corporal.
El contenido del taller no tenía mucho más recorrido que una
serie de ejercicios de ritmo, colaboración, lateralidad y música. Sencillo,
pero fascinante el nivel de concentración que se adquiere cuando estás en el
cuerpo, y lo mucho que percibes las fluctuaciones de atención cerebral. El
ciempiés que se da cuenta que tiene cien pies y no puede caminar.
Pero no es eso lo que quería comentar.
La filosofía de Santi en sus clases fue fascinante. Su
capacidad para comprender a los alumnos y la forma en que defendía aquello que
todos los profes queremos defender tanto, la máxima de: cada uno a su ritmo,
con sus capacidades y sus posibilidades. Sí, por supuesto. Pero también quieres
como profesor que sigan tus indicaciones, que el grupo trabaje a una y que
todos sientan que avanzan. ¡Pues no!
El taller de Santi estaba pensado para que cada uno trabajara
literalmente a su ritmo, sin correcciones, sin detener la clase y sin poner
ejemplos.
Identifiqué una forma de impro, pero en otro sistema. En mis
clases yo no suelo salir a improvisar. No quiero que tomen como ejemplo una
impro propia y que traten de imitarme. Quiero que trabajen a su ritmo, con sus
posibilidades y sin tratar de “hacerlo bien”. No hay impro mala, hay
posibilidades y niveles de implicación.
Lo que todos podemos ofrecerle al profesor es la implicación
y pasión, pero las posibilidades no las elegimos. Por eso toda impro es buena.
Es un alivio ver a grandes profes que te confirman que vas
por buen camino. ¿O igual es que me he convertido en uno de mis alumnos que
está deseando verme improvisar para “hacerlo bien”? Mierda…
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