Otra impro escrita
Os traigo un ejercicio de impro escrita en el que me
propongo, ya que me hallo en estos momentos en un lugar en el que no suelo
trabajar, hacer que en la siguiente impro aparezcan tantos objetos como sea
posible que me rodean ahora mismo. Allá voy.
El señor Oso estaba asombrado. Jamás se había producido un
asesinato de estas características en Potus Town. La sangre seca goteaba por
las paredes. La señora Ratón estaba destrozada en el suelo del comedor, junto
al ventilador.
-
¿Quién ha podido hacer algo así? – se preguntaba
el señor Oso, que hacía ya años que ejercía como inspector en Potus Town y
jamás había contemplado algo de ese calibre.
Subió a su coche-sopera y cruzó la ciudad rumbo al club Sofá
Rojo. El dueño, un duende de sombrero verde, lo recibió con el ceño fruncido
mientras fregaba un vaso.
-
¿En qué puedo ayudarle, inspector Oso?
-
La señora Ratón ha muerto. Y tengo motivos para
pensar que el responsable solía tomar aquí. ¿Dónde está Grotus Hojalarga, el
comerciante de ventiladores?
El duende de sombrero verde alzó la vista de la jarra que
limpiaba. Varios clientes hicieron silencio y fijaron la vista en el inspector
Oso.
-
Grotus Hojalarga se fue de esta ciudad. Hace
tiempo que no pisa el Sofá Rojo. Ni lo queremos por aquí. Será mejor que
pregunte en Nevera City.
El inspector Oso salió del local clavando la mirada en los
clientes, desafiando. Tratando de decir: sí, yo encontraré a Grotus y terminaré
con el asunto de los ventiladores. Ya han muerto demasiadas personas.
Nevera City era un lugar inhóspito. Era de noche y de día al
mismo tiempo por hallarse en un punto cardinal muy extraño. Allí no había este
ni oeste. Podía salir el sol y de repente nevar en un atardecer, todo al mismo
tiempo. Uno no podía estar tranquilo en Nevera City. El inspector Oso se
adentró en los suburbios de Nevera City, lo que los lugareños conocían como El
Congelador. En esos momentos, un sol radiente brillaba tras una niebla helada
de mediodía. Muy loco.
-
Vaya vaya, si es el inspector Oso – dijo una voz
grave y húmeda tras él.
Oso se volteó echando la mano sobre su arma, una calabaza
seca calibre 30. Era Mono, el famoso compinche de Grotus Hojalarga que había
conseguido burlar la ley hasta entonces.
-
Mono, ¿dónde está Grotus?
-
Yo siempre he sido Grotus!
-
¿Queeeee?
Oso disparó su calabaza y las pepitas atraverason el hombro
de Mono mientras éste trataba de desenfundar su helecho Colt 47. Salió la luna
junto a la otra luna llena en el Congelador, aquella mañana en Nevera.
Así cayó Grotus Hojalarga de la mano del inspector Oso. Lo
que no sabía es que en la otra punta de la ciudad, en Pasilloburgo, un nuevo
ventilador se cobraba otra vida. La caza no había hecho más que empezar…
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