miércoles, 15 de mayo de 2024

El acento del Pacífico y doblaje

 

El acento del Pacífico y doblaje

 

Por primera vez en este curso pasado, me encontré con una alumna que sacó a relucir uno de esos temas comunes en la impro pero que nadie comenta. Almenos en la impro que me queda más cerca, recordemos, panorama barcelonés.

-          ¿Por qué habláis así de esta forma? ¿Cómo lo haceis? Como si fuera de película, ¿sabes?

Es cierto que hay una tendencia no escrita ni ensayada a hablar en la impro como si fuéramos actores de doblaje. Y remarco que hablo solamente de la impro más cercana o almenos con la que yo resueno más.

Y en mi opinión, es una cuestión parecida al “acento del pacífico”. El acento de pacífico, en el cine de la era dorada Hollywoodiense, fue una tendencia general que asumieron los intérpretes de hablar entonando las palabras de una forma peculiar que les permitía vocalizar correctamente. Recordemos que para ellos no existe el doblaje, por lo tanto el público escucha tal cual la habilidad vocal del actor.

Eso crea un código que, con el tiempo, se rompe y evoluciona hacia nuevas formas, pero especialmente el acento del pacífico ha pasado a la historia como un claro ejemplo de ello. Al doblaje español le sucede lo mismo. Escuchamos estas entonaciones dobladas porque, aunque en ocasiones nos pongan nerviosos y pensemos “¡nadie habla así!” nos ubica en una zona de confort que nos gusta escuchar.

Para mí, hablar como un actor de doblaje en una impro es lo mismo que poner nombres a los personajes: te sitúa fuera de ti. Es un trampolín hacia la ficción. No tenemos escenografía ni guion, usamos todas las armas que tenemos a nuestro alcance para transmitir esa lejanía escénica fusionada con la cercanía de la espontaneidad. Por lo tanto, cuanto más alejes de ti esa ficción, más sentido tiene ser espontáneo.



miércoles, 1 de mayo de 2024

Me sale serlo porque no lo soy

 

Me sale serlo porque no lo soy

 

Me remitiré nuevamente a uno de los grandes referentes que gusto de escuchar, que es el señor Ignatius Farray. Quizá se haya dicho en alguna ocasión en este blog la siguiente afirmación suya:

Un cómico es alguien que no es gracioso, pero se esfuerza por serlo. Se esfuerza repetidamente hasta que le sale. Fake it until you make it. Es la manera de encontrar el camino que te va llevando a ser gracioso.

Aquí voy a añadir que, quien ya es gracioso de saque, no tiene camino por recorrer. Pienso en el clásico cuñado que cuenta chistes en Nochebuena rodeado de familia, y todos le dicen: deberías hacer teatro. Y cuando lo hace, se pega el batacazo padre.

Es necesario que no seas gracioso para que acabes siéndolo. Igual que es necesario que Aladín sea pobre al inicio de la película para que su historia tenga sentido cuando sea rico. Tienes que fingir que lo eres para encontrar caminos para serlo. Si ya lo eres, no tienes margen de maniobra.

Lo traslado a un asunto personal, y es que yo soy un tío bastante organizado. ¿Por qué? Exacto, porque no lo soy. Soy un puto desastre. Si me despisto, mi vida se pone patas arriba en cuestión de días. Como no quiero ese problema, me esfuerzo constantemente por combatirlo. Un comediante es alguien que combate contra su carácter soso, introvertido, serio o rancio, para convertirlo en un show cómico.

Y en cuanto a impro:

Me sale ser espontáneo porque me esfuerzo en serlo durante la impro al abandonarme al control al que, de manera natural, tiendo a estar sometido. No soy espontáneo, pero la impro me ha permitido trabajar estos paréntesis de vida en los que sí me permito serlo.