Desarrollo de los 3 bloqueos
El señor Johnstone habla en su
libro IMPRO Improvisation and the Theatre, sobre las barreras que impiden a un
alumno de nivel inicial adentrarse en la impro equipado con gran cantidad de
recursos y chorradas que poner en juego y modificar.
Nótese algo interesante antes de
seguir: Johnstone no habla jamás de tener más recursos, sino menos barreras.
Dando a entender que TODOS como ya he dicho alguna vez, tenemos recursos
infinitos en nuestras cabezas y cuerpos. Qué grande Keith.
Reduce al número de 3 los bloqueos
que impiden desplegar esos recursos:
Miedo a decir cosas psicóticas:
Quizá uno de los primeros bloqueos a destruir, el más sencillo. Se trata de un
autojuicio que proviene de la falta de agarre lógico a la propuesta. Cangrejos
con mallas. El Comandante Sandía Morrison. Los Gatos-Mofeta de la Señora
Ruperta Escurrebultos. ¡Cuánta gilipollez carente de sentido! Y qué rico caldo
de cultivo de historias. El bloqueo a decir cosas psicóticas es imprescindible
romperlo en una sola clase, otorgando la gran enseñanza del TODO vale, aunque
no sea coherente. Tu trabajo es darle coherencia en equipo y crear a partir de
esa nada psicótica.
Miedo a decir cosas obscenas: el
decoro tiene una función social como dice Jonathan Haidt en su libro La Mente
de los Justos. Evitar hablar sobre tetas en un primer encuentro con tu suegra,
tiene una función social. Evitar mencionar tu pene a los 30 segundos de una
cita de Tinder, tiene una función social. Son mecanismos que sirven en el trato
de tú a tú y se adaptan a las normas que hemos desarrollado en nuestra sociedad
(occidental, disculpen mi supremacismo bla bla). Pero son bloqueos que debemos
deshacer en escena. ¿Por el hecho de que es necesario hablar sobre pollas en el
escenario? No, porque es necesario PODER hablar sobre pollas si el presente de
la impro te lleva allí. No sirve dejar puestas las luces de emergencia cuando
quieres circular libremente. Este miedo se puede destruir en pocas clases, pero
puede reaparecer después de unos años de carrera cuando nos enfrentamos a un
público decoroso, a un ambiente censurador, o actuamos para las hermanas de la
caridad de Santa Clotilde Redentora. No es imposible improvisar con esos
warnings, pero en ambiente de aprendizaje es necesario quitar las barreras para
saber que en realidad puedes moverlas a tu antojo.
Miedo a ser poco originales: Ah,
el gran terror. He conocido grandes improvisadores que parecen tener este miedo
más que superado, pero algo en mí sabe que incluso hasta el más grande teme el
no estar a la altura de su carrera. Es interesante romper este juicio en clase,
pero es también extremadamente difícil. Todos queremos gustar, y más si nos
inclinamos a artes escénicas, en las que te sometes al juicio de muchas mentes
en tiempo real. Pero ese es un bloqueo con el que, creo, debemos aprender a
convivir. Al fin y al cabo, querer ser originales es un posible motor de aprendizaje.
Creo que este amor-odio convierte este miedo en un enemigo necesario.
¿Creéis que hay más miedos?
Seguro que Mr Johnstone estaría encantado de escucharlos.
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