Virtuosismo técnico como método artístico
La frase “una técnica ornamentada
sirve de poco cuando lo único que enseña es técnica ornamentada” me caló hondo
no hace mucho. Ya le había oído decir a mi amado Ignatius una vez “Qué se le va
a hacer, era hábil el hombre. Pero no era artista”.
Es interesante cómo confundimos
la técnica con el arte, de la misma forma que confundimos cociente intelectual
elevado con inteligencia. O inteligencia con sabiduría.
Pero si esto lo llevamos a la
impro, que es lo que nos atañe, ¿qué parte queda en expresión artística, si la
técnica se lleva tantos puntos de actuación en escena?
Pues por lo pronto, y que conste
que me dejo llevar por el presente escribiendo esto, precisamente el PRESENTE
de la impro. Es artista el librepensador, el que desarrolla lo que a mí me
gusta llamar inteligencia suprarracional, o imaginación. El presente de la
impro exige ir más allá de los propios límites de la experiencia personal e
incluso humana, y buscar en los pequeños recovecos del frágil “ahora”. ¿Esto
podría ser el arte? El exponerse a la inmediatez y aprender a escuchar y
escucharse como camino artístico.
Teniendo en cuenta que el
presente es elemento indispensable en creación (véase los time lapse de Picasso pintando sus obras) es como si el presente absoluto escénico como herramienta,
se volviera la pintura del improvisador en el escenario.
Y de ahí, y volviendo al inicio
para cerrar esto con un lacito, deducimos que por mucha técnica impro que
desarrolles, de poco sirve si no enseñas el alma de tu presente en el
escenario.
Hiperrealismo:
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