Bueno, un clásico. No iba a ser yo menos en dar mi aporte a esta original declaración, muy en boca de todo el mundo especialmente cuando uno empieza en tomando la arriesgada decisión de entrar en el show business.
Tener sueños está bien. Es
imprescindible, de hecho. Sin sueños no llegamos a sitios interesantes.
El tema está en la palabra perseguir.
Y ahí entra la impro a darnos una importante lección.
Perseguir significa abrir los
ojos, seguir las distintas propuestas de la vida, escuchar, reaccionar y
responder con sensatez a los obstáculos, saber discernir qué errores se pueden
solventar, cuales pasan a formar parte de ti, y cuales pasan a formar parte de
la historia que contamos. Perseguir tus sueños es estar dispuesto a cambiar de
personaje, a cambiar de escena y a sí, vale, defender un objetivo, pero no
descartar que en cualquier momento pasemos a un volumen II y el objetivo sea
otro.
Cuantísimos abandonos de
improvisadores de la vida que no han sabido escuchar nuevos inputs y
transformar sus historias solo porque “perseguir tu sueño” suena a construir
unos raíles invariables, rígidos e inflexibles por donde vas a circular pase lo
que pase. “¡Que nadie te diga que no puedes conseguirlo!” “¡Sigue adelante, que
nada te pare!” y demás virus conceptuales de la era del éxito.
Pues damas y caballeros, a veces
lo que pasa es que el terreno se hunde, y hay que saber recalcular y explorar
para quizá no perseguir ese primer sueño, sino quizá otro más interesante que aguardaba
detrás.
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