sábado, 1 de mayo de 2021

La paradoja de los Aristócratas

 Ubicación: chiste de los Aristócratas.

El clásico chiste que se contaba antiguamente (véase ‘00s o 90s) entre cómicos como ejemplo de límites del humor tras las cámaras. El chiste consiste en argumentar burradas extremadamente incorrectas y terminar siempre con el mismo remate. Podéis ver un ejemplo aquí.

https://www.youtube.com/watch?v=sO9DIa2re3I

Es un resumen de lo más vago, pero doy por hecho que conocéis el chiste de los Aristócratas. En primer lugar decir que me parece remarcable que exista un recurso como este, que no aparece para ser representado en los escenarios. Responde a una de las pocas formas de expresión que son realmente propias, auténticas y despojadas de agrado o voluntad de “gustar” al público. Dice mucho de toda una hornada de cómicos americanos que buscaban una verdad propia. No hay público para ese chiste, de manera que toda exploración responde a unas apetencias propias de cada artista. ¿Hasta dónde soy capaz de llegar diciendo disparates?

Prueba de ello son los comentarios que vais a ver en el vídeo anterior. El chiste lo cuenta un actor que participaba en una sitcom familiar, y muchos de los comentarios son del tipo: ¿Cómo puede ser que alguien que trabajaba con niños tuviera esos límites en su imaginación?

Bueno, eso sería otro tema que quizá de refilón se haya tratado en el Improboratorio, no ser responsables del contenido de nuestra imaginación. Pero quería hablar de otra cosa.

Habiendo pasado años y estando el público tan segmentado por cámaras de eco gracias a las redes sociales, creo que hoy en día el chiste de los aristócratas podría contarse en un escenario y no tendría la repercusión que en su momento hubiera tenido en un club de stand up comedy de Brooklyn.

Expongo.

El humor es más negro cuanto más establece el límite que pisa (o cruza). Es como un francotirador acechando y buscando la diana que más pueda doler. Hoy en día hay cientos, miles de dianas a ofender. Ideologías, colectivos, personajes públicos, noticias… Atacarlos con humor es una opción expresiva que cada artista elige o no.

El chiste de los aristócratas no es un francotirador, su propia estructura es una granada de mano, una carga de dinamita, una bomba del Zar. Bien ejecutado y conservando su espíritu de destrucción, oscuridad y ofensa, puede estallar de tal forma que cientos de dianas queden reducidas a astillas.

Cuando el humor negro es hiperbólico, el horizonte de la ofensa queda atrás. Es más sencillo huir hacia adelante y frotarte los ojos de estupor, que declararte “ofendido” por algo que no ha dejado más que un rastro de cadáveres, cenizas y destrucción por el camino.



No hay comentarios:

Publicar un comentario