jueves, 1 de febrero de 2024

Terror en el musical

 

Terror en el musical

 

Me he visto envuelto en actuaciones de tipo musical, en el que un numeroso elenco de bailarines, cantantes y actores hace gala de todas sus habilidades escénicas al servicio del espectáculo. Realmente ha sido un viaje de aceptación el verme rodeado de tanto talento y tener que analizar cuál era realmente el mío, ya que carezco de la coordinación y agilidad para hacer frente a coreografías, y de la técnica vocal para cantar el Cumpleaños Feliz.

Pero viví un momento nutrido de impro que quería relatar para que veáis cómo avanza este auto viaje del héroe.

El espectáculo en cuestión comenzó estrenándose en lengua catalana. Hicimos varias funciones a lo largo de un año en catalán, hasta que en programación en un nuevo espacio lo pidieron en castellano. Hubo que cambiar canciones, letras y chistes de texto. Nos adaptamos, y salió bien durante todas las funciones.

Pero posteriormente, volvieron a contratarlo en catalán. De tal manera que tuve que volver unos pasos atrás para recuperar el anterior texto. Y bajé la guardia porque sentí que no sería tan problemático reordenar idioma y adaptarme. Error.

A lo largo del espectáculo me fui encontrando con varios momentos en los que el tempo real de la obra iba más rápido que el tempo de mi cabeza adaptándose. Pude adaptarme a todos, pero en un tema musical en concreto llegó un momento en el que arrancaba yo una segunda estrofa. Y os prometo que, durante el baile previo, a 10 segundos de empezar, me olvidé 100% de qué decía la letra en catalán.

La coreo avanzaba, yo tenía que acercarme bailando al centro de escenario cara a cara con mi compañera. La miraba a los ojos y pensaba: estoy perdido. No recuerdo el texto. Bloqueo total.

Lo que pensé a continuación se prolongó unos 5 segundos reales, pero lo viví como si fuera media hora de ejercicios mentales.

Pensé: pon la atención al cuerpo, a la coreografía. Olvídate de la letra. Olvidar es reaprender. Confía que aparecerá a partir del cuerpo. Me acordé de mis primeros profesores de teatro, “entra por el cuerpo”. En el cuerpo están las respuestas. Otro paso. Respira, la respiración es el primer ingrediente para cuerpo relajado y activo. Olvídate del texto, no te preocupes. Seguía sintiendo absoluto pánico interior, pero rebuscaba armas en la caja de herramientas. Armas antiguas y olvidadas, pero engrasadas por la impro. Otro paso. Estaba ya muy cerca. Me abandoné. Pensé en la peor consecuencia de todas, y esta era que realmente no dijera el texto. Acepté mi ignorancia, y como dice Jung “aquellos que no encuentran a Dios es porque no están dispuestos a mirar hacia abajo”. Vaya clímax metafísico, pero viene a significar que si estás dispuesto a aceptar que lo que no sabes es mucho más que lo que sí, te sobreviene la calma al aceptar tu destino, si quieres llamarlo así. Un paso más. Llegó el momento. Y os perjuro que sin pensamiento ni decisión, el verso me salió sólo. Sin pensar, sin que yo pasara por un momento mental de recuerdo, repaso y prevención. El texto ya estaba allí, cubierto por una espesa capa de preocupaciones fruto del efecto “ahora o nunca”. Pero dando varios pasos atrás, el miedo queda lejos. Nunca desaparece, ojo, sólo queda más lejos y deja espacio a las palabras.



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