Terror en el musical
Me he visto envuelto en actuaciones
de tipo musical, en el que un numeroso elenco de bailarines, cantantes y
actores hace gala de todas sus habilidades escénicas al servicio del
espectáculo. Realmente ha sido un viaje de aceptación el verme rodeado de tanto
talento y tener que analizar cuál era realmente el mío, ya que carezco de la coordinación
y agilidad para hacer frente a coreografías, y de la técnica vocal para cantar
el Cumpleaños Feliz.
Pero viví un momento nutrido de impro
que quería relatar para que veáis cómo avanza este auto viaje del héroe.
El espectáculo en cuestión comenzó
estrenándose en lengua catalana. Hicimos varias funciones a lo largo de un año
en catalán, hasta que en programación en un nuevo espacio lo pidieron en
castellano. Hubo que cambiar canciones, letras y chistes de texto. Nos
adaptamos, y salió bien durante todas las funciones.
Pero posteriormente, volvieron a
contratarlo en catalán. De tal manera que tuve que volver unos pasos atrás para
recuperar el anterior texto. Y bajé la guardia porque sentí que no sería tan
problemático reordenar idioma y adaptarme. Error.
A lo largo del espectáculo me fui
encontrando con varios momentos en los que el tempo real de la obra iba más
rápido que el tempo de mi cabeza adaptándose. Pude adaptarme a todos, pero en
un tema musical en concreto llegó un momento en el que arrancaba yo una segunda
estrofa. Y os prometo que, durante el baile previo, a 10 segundos de empezar,
me olvidé 100% de qué decía la letra en catalán.
La coreo avanzaba, yo tenía que
acercarme bailando al centro de escenario cara a cara con mi compañera. La
miraba a los ojos y pensaba: estoy perdido. No recuerdo el texto. Bloqueo
total.
Lo que pensé a continuación se
prolongó unos 5 segundos reales, pero lo viví como si fuera media hora de
ejercicios mentales.
Pensé: pon la atención al cuerpo, a
la coreografía. Olvídate de la letra. Olvidar es reaprender. Confía que
aparecerá a partir del cuerpo. Me acordé de mis primeros profesores de teatro, “entra
por el cuerpo”. En el cuerpo están las respuestas. Otro paso. Respira, la
respiración es el primer ingrediente para cuerpo relajado y activo. Olvídate
del texto, no te preocupes. Seguía sintiendo absoluto pánico interior, pero rebuscaba
armas en la caja de herramientas. Armas antiguas y olvidadas, pero engrasadas
por la impro. Otro paso. Estaba ya muy cerca. Me abandoné. Pensé en la peor
consecuencia de todas, y esta era que realmente no dijera el texto. Acepté mi
ignorancia, y como dice Jung “aquellos que no encuentran a Dios es porque no
están dispuestos a mirar hacia abajo”. Vaya clímax metafísico, pero viene a
significar que si estás dispuesto a aceptar que lo que no sabes es mucho más
que lo que sí, te sobreviene la calma al aceptar tu destino, si quieres
llamarlo así. Un paso más. Llegó el momento. Y os perjuro que sin pensamiento
ni decisión, el verso me salió sólo. Sin pensar, sin que yo pasara por un
momento mental de recuerdo, repaso y prevención. El texto ya estaba allí,
cubierto por una espesa capa de preocupaciones fruto del efecto “ahora o nunca”.
Pero dando varios pasos atrás, el miedo queda lejos. Nunca desaparece, ojo, sólo
queda más lejos y deja espacio a las palabras.
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