¿Pies o torsión?
Esta será nuevamente una reflexión
más que manida en este blog, pero no deja de asombrarme la multitud de
aproximaciones que puede tener este proceso mental / improvisador.
Suelo encontrarme en clase con
alumnos que, si hablamos de texto, necesitan la réplica anterior clara,
meridiana, precisa y al dedillo. Si no reciben el pie exacto, descarrilan y
pierden el hilo. Y luego me encuentro alumnos que se permiten distanciarse del texto
(les prohíbo hacerlo del sentido) y cambian palabras, torsionan el texto,
naturalizan expresiones y están presentes. Supongo que ya con esta pequeña
explicación se intuye con cuales resueno más.
He hecho un esfuerzo por entender el
mérito que hay en un trabajo preciso y rígido, sobretodo cuando son capaces de
darle sentido, intención y presente a las palabras exactas del dramaturgo. Pero
coño, a la hora de la verdad, son los actores los que “dirigen” la escena. El
director no está en platea para detener y corregir. Y como actor, estás
sometido a la verdad absoluta de lo que ocurre. Si hoy añades una palabra
porque el momento presente te lleva, ¡hazlo!
O quizá es que pienso así porque aun
no he dirigido nunca verso.
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