Hacia tiempo que no me lanzaba. Prometo no borrar nada a menos que sean faltas ortográficas. Vamos alla. Improviso hasta el título:
Octogenario con escamas, Blau.
Tarde de otoño, el saliente
izquierdo esta medio derumbado. Una figura oscura se acerca. Lleva un bastón en
una mano. Se agacha junto al saliente y extrae un cuarzo de su capa. No le
vemos la cara. Lo acerca a un bulto en el suelo. De repente todo el saliente
tiembla. El techo, lleno de estalactitas gigantes, tiembla y desprende peñascos
que caen peligrosamente. Sin embargo, el hombre misterioso levanta su báculo y
crea un círculo de poder que esquiva las piedras. Levita, y se aleja hacia una
abertura en el techo de la gran sala abovedada por donde escapa.
Mientras tanto, en la gran
fiesta. El señor Marqués Flascos se halla entusiasmado. Ha adquirido
recientemente una gran colección de cubos del reino vecino. Los mejores cubos
del reino, por fin en su poder. Su padre lo trató siempre con desprecio al ser
el hermano menor. Pero sus siete hermanos mayores habían ido muriendo
progresivamente hasta quedarse él solo para comandar el marquesado, y ahora se
dedica a organizar fiestas constantemente, hacer gala de la fortuna heredada de
su padre y sus hermanos. Aunque nadie le quiere. En mitad de la fiesta, llena
de invitados de actitud frívola que asisten sólo por conveniencia o por
interés, un temblor azota el suelo. Las guirnaldas de luz se balancean. La
fuente de hielo en forma de dragón se cae al suelo.
- ¿Qué ha sido eso? – pregunta
Lady Gorda Von Gorder. Una señora muy gorda.
- No os preocupéis – asegura el
Maqués Flascos con su voz de ratón – serán los mineros extrayendo más cubos de
la gruta. Vamos, que siga la…
Un nuevo estruendo. Esta vez
serio. Aparecen grietas en el suelo y algunos de los invitados se caen.
Sombreros con plumas vuelan y alguna capa con ribetes dorados se desparrama.
Hay gritos. Un señor bajito con la camisa increíblemente apretada y marcando
lorzas, con bigote estrecho y pelo engominado hacia atrás, se acerca al
Marqués.
- Es el Octogenario, Marqués. ¡Es
él!
- Callaos, Hubbb. Silencio. ¿Cómo
va a ser el Octogenario? Esta dormido.
- Pero ya sabe lo que se comenta
en la ciudad de Xisherkrantz. El Visitante ha sido avistado en las tabernas.
- Está bien Hubbb, vayamos a los
establos. Cojamos un caballo y visitemos la maldita gruta. Aunque solo sea para
confirmar que el Octogenario no….
Un nuevo estruendo. Se derrumba
una de las torres del palacio del marqués.
- Diantres, la torre vestidor.
Espero que pueda recuperar mi chaleco de lentejas.
- Querrá decir de lentejuelas.
- No.
Una vez en la gruta, Hubbb y el
Marqués, a caballo, comprueban ojipláticos cómo todo el saliente izquierdo ha
sido devastado. El Marqués ve algo brillar entre las rocas. Se acerca y toma entre
sus manos un cuarzo cúbico. Hubbb se acerca, lo mira acongojado y luego levanta
la vista.
- Marqués, ¡es Blau, el
Octogenario!
Un dragón despliega las alas ante
ellos. Junto a él, una figura encapuchada levita en el aire.
- Marqués, veo que os gustan los
cubos, ¿no es cierto?
- Visitante, ¡has despertado a
Blau! Miserable.
- Os lo dije, Marqués.
- ¡Cállate Hubbb!
¿Conseguirán el Marqués y Hubbb
acabar con el Visitante? ¿Es siquiera eso lo que quieren? ¿Quién es el
visitante? ¿Por qué ha despertado al dragón Blau? ¿Por qué es Octogenario? Esas
y otras preguntas jamás serán respondidas. Pero os invitamos a hacerlo vosotros
mismos.